¡Vaya Suerte!

2.8K 108 23
                                    

¡Hola! me llamo Luis y soy un joven chico del pueblo Tartita, un pequeño y desconocido pueblo de la región de Kanto, desde niño me encantaron los pokémon pero nunca pude ser entrenador porque mi familia queria que estudie, por lo que voy en segundo año de Ingenieria Pokeball (si, la que usamos para construir pokebolas).

Todo hubiese seguido de lo más normal en mi común vida de no ser por nuestro proyecto de fin de semestre que era construir un prototipo de pokebola y usarlo para almacenar un pokémon bebé como los que reciben los entrenadores primerizos.

Una vez más me tocaban donde me dolia la conciencia pero no iba a reprobar solo por eso, asi que me puse a elaborar mi pokebola toda la semana con los mejores materiales que pude comprar (que de por si eran malos) y aunque no me lo pude creer consegui armarla la noche antes de la entrega, no era la mejor pero de seguro almacenaria al menos un pokémon bebé.

Salí de mi casa rumbo a la Pokéversidad (Si, en nuestro mundo todo esta relacionado con la palabra "Poké" porque no se, quiza una mega empresa con ese nombre controla todo) y tras de mi salio mi madre corriendo con mi almuerzo, ¡que despistado que soy!

Continué mi camino y entonces recordé que debiamos tener un pokémon dentro de la pokebola para que el proyecto valiera ¿que iba a hacer ahora? No habia tiempo de ir a buscar uno bebé a la ciudad para que entre de manera voluntaria.

Recordé que cerca de la Pokéversidad habia un lago al que acudian varios pokémon, era peligroso ir sin ninguno pero reprobar era desde lejos mucho peor que chamuscarse un poco por asustar un charmander.

Camine hasta el lago y pude ver que sorprendentemente estaba vacio, nada, ni siquiera un solo pokémon, deje caer mi mochila y estaba a punto de llorar cuando senti que algo se movia detras de mi...

Me di la vuelta lentamente y pude ver algo que crei que jamás veria en mi vida.
¡Una Kirlia! Pero eso no era lo que me sorprendia sino el hecho de que ¡habia urgado en mi mochila y se estaba comiendo mi emparedado de jamón!

Si mi memoria no fallaba las Kirlias son una segunda evolución, o sea que no se dejan atrapar facilmente y... mi pokebola dificilmente lo lograria pero no tenia opción asi que en cuanto se distrajo para dar otro bocado le lancé la pokebola... fue inutil, se teletransportó y mi pokebola rodo por el piso sin activarse.

No se habia ido muy lejos y seguia comiendo... ¿desde cuando las Kirlias disfrutan el jamón? Daba igual, me acerqué lentamente a ella e intente nuevamente sin exito.

Comenzaba a perder las esperanzas cuando escuche en mi mente una voz.

Kirlia: Si me das más jamón puedo ayudarte.

Luis: ¿Que diablos? ¿desde cuando un pokémon que no es un Meowth puede hablar?

Kirlia: *Risas* Tranquilo humano, nadie más que tú puede escucharme ya que estoy comunicandome telepaticamente contigo.

Luis: Entonces ¿Dijiste que puedes ayudarme si te doy más jamón?

Kirlia: Si, asi es.

Luis: ¿Desde cuando a las Kirlias les gusta el jamón?

Kirlia: En realidad soy la unica que lo come, las demás comen bayas silvestres.

Luis: ¿Pero desde cuando lo comes y porque?

Kirlia: Un dia cuando aún era un ralts, una familia estaba de picnic, me acerqué y el humano más pequeño me dio parte de su emparedado, desde ese dia me gusta pero pocas veces puedo conseguir un poco...

Tenia que estar loco para conversar con un pokemón acerca de comida pero si asi podia salvar mi trabajo final no habia de otra.

Luis: Bien, entra a mi pokebola entonces y asi podre presentarte, y ya en mi casa te dare un gran trozo de jamón.

Ni me molesté en preguntarle como sabia para que la necesitaba, habia leido mi mente.

No dijo nada más, sus ojos se iluminarón mientras tocaba la pokebola y se desvanecia en el aire.

Bien, espero que a alguien le guste este pequeño proyecto que estoy empezando, se que es raro pero todo esto lo empecé en base a varias bromas que tuve con alguien y que me dierón la idea de escribir una historia acerca de ello.
Dejen su estrellita si les ha gustado, me ayudaria mucho.

Mi Amor Es RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora