-Capítulo 1-
~Narra Emma.
¿A quién no le gustaría despertar como una princesa?
Con los rayos del sol atravesando la ventana, el cantar de los pájaros despertándome con alegría, y mi príncipe azul dándome los buenos días con un dulce beso. Un típico cuento de hadas.
Pues no, ese NO es mi caso. La triste realidad es ésta: Me levanto con un montón de lagañas, mi cabello como el de una mismísima bruja y el insoportable sonido del despertador recorriendo cada rincón de mi habitación.
Y en lugar de despertar con un dulce beso de mi príncipe azul, recibo una pasada de lengua de mi cachorro Max.
Aunque no me quejo, es toda una ternurita, lo amo.
En fin, no estoy aquí para contarles de mis fastidiosas mañanas, hablemos un poco de mí...
Me llamo Emma Torres, (sí, soy latina) tengo 19 años, a los 4 años vine a vivir a San Francisco con mi padre, mi madrastra y mis dos hermanos, Emily (de 15) y Liam (de 23)
Mi cabello es de un color castaño claro, mis ojos son azules, soy delgada, y mi piel es pálida como la leche.
En el jardín de niños conocí a mis dos mejores amigos, Dana y Axel.
En cuanto a mi madrastra, no es la típica historia de la madrastra mala que me explota en casa, la verdad, es que desde pequeña ella fue mi única figura materna, no las llevamos de maravilla al igual que con su hija Emily. A Liam y a mí ella nos quiere bastante, como si en verdad fuéramos sus hijos, lo cual le agradezco infinito.
En éste momento deben de estar preguntándose, ¿y tu madre? calma pequeños chismosos; esa es una historia bastante decepcionante que dejaré para otra ocasión, con sólo pensar en lo que esa mujer le hizo a mi padre hace hervir mi sangre, esa señora que ni siquiera merece ser llamada "madre" se llama Lucía, Lucía García.
Mi padre, mi madrastra y hermanastra viven en una casa bastante espaciosa en el centro de la ciudad, mientras que yo vivo en un pequeño, pero muy lindo departamento; estuve todo el verano trabajando para poder pagar el alquiler de éste, ya que antes de comenzar la universidad quería tener una vivienda propia, así fuese un hueco.
Hoy es mi primer día de universidad, la carrera que elegí fue arquitectura.
(...)
Salto de la cama al ver que es bastante tarde. -¡Joder! primer día y ya estoy llegando tarde. -Digo masajeando mi rostro-
Entro rápido al baño, tomo una ducha, cepillo mis dientes y me pongo lo primero que veo.
Entro a mi hermosa Jeep, (otra de las razones por las cuales estuve trabajando como un burro) la enciendo, pongo un poco de música y me dirijo al campus. La universidad queda a menos de 20 minutos de mi apartamento, pero aún así voy tarde, la clase ya tuvo que haber empezado hace mucho.
En cuánto llego veo a Dana y Axel afuera, lo cuál me hace fruncir el ceño de una manera exagerada, se supone que deberían estar en clase. -Ustedes dos, ¿qué hacen aquí?. -¿Primer día de universidad y ya andan faltando a clases? -Digo divertida-
Axel ríe, mientras que Dana pone sus ojos en blanco, como cosa rara... Nótese el sarcasmo.
-No tonta. -Dice Axel entre risas. -El profesor de la primera hora tuvo un inconveniente y no podrá asistir hoy, además... -Dana lo interrumpe. -Te has salvado de un vergonzoso regaño en frente de toda la clase el primer día. -Dice entre risas-
-¿Qué puedo decir?, el universo está de mi lado. -Me encojo de hombros-
(...)
Luego de salir de nuestra segunda clase nos dirigimos a la cafetería, tomamos una mesa y comenzamos a conversar de cualquier tontería que se nos pasara por la cabeza, la verdad, es que yo no sé que haría sin éstos dos locos en mi vida, están ahí siempre que lo necesito, para hacerme reír en los momentos tristes y darme consejos cuando estoy jodida, ellos son mis ángeles de la guarda, los amo demasiado, jamás mueran, porfis.
De un momento a otro me doy cuenta de que todas las miradas estaban concentradas en un sólo punto, al parecer Dana y Axel también lo notaron, porque están observando en la misma dirección, cuando giro a ver que es lo que todos observan con tanta ¿admiración? pues... Ahí estaban, ellos, los chicos más ardientes de la universidad, son 4 en total, Marcus, Aleixandre, el idiota de mi hermano y Christian.
Son esos tipos de chicos de semblante frío, pero que te dedican una mirada penetrante, hace que cualquier chica lance sus bragas al aire.
Pero de todos esos rostros de Dioses (excepto el de mi hermano, porque ¡asco!) sólo uno en particular pudo captar mi atención.
Su cabellera negra desordenada, ojos verdes, dientes perfectamente alineados, un cuerpo de Dios y culo de infarto. ¡Santa Virgen! éste chico era jodidamente sexy, casi hace que me moje.
En el momento en el que me doy cuenta que lo estoy desnudando con la mirada me volteo rápidamente hacia mis amigos, que aún siguen embobados con las esculturas griegas vivientes.
-¿Hola? -Les hago señas con mis manos a ver si de una vez por todas se dignan a mirarme-
-¿Sí? -Responden ambos al unísono-
-Han quedado embobados con esos chicos.
-Ay, no te hagas. -Me responde Dana- -¿Crees que no me di cuenta la forma en que los desnudabas con la mirada?
-Me sonrojo al recordar la mirada de pervertida que le dediqué al pelinegro-
-A esos bombones me los tiraría a todos de una. -Responde Axel con una sonrisa pícara-
Ah sí, olvidé mencionarlo, Axel es gay.
-¿Hasta a mi hermano?. -Trato de sonar indignada-
-Hasta tu hermano. -Me responde el muy descarado-
Suena el timbre, me despido de Dana y Axel, me dirijo a mi próxima clase, en un brazo llevo los libros mientras que con mi mano libre tecleo mi teléfono, voy tan concentrada en ello que no me doy cuenta si el camino que tomé es el correcto; hasta que choco con algo, bastante alto y duro. Caigo sentada.
Cuando levanto la vista, ahí está él, esos ojos verdes como los de una pradera y esa cabellera negra desordenada que debo admitir, se le ve muy sexy.
Christian Anderson.
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Enamorada del Diablo
RomanceDesalmado. Posesivo. Intransigente. La reencarnación del Diablo en un mortal. Christian Anderson. O al menos así es como yo lo veo. Ésta es la historia de como ese pequeño demonio me dio una de las experiencias más interesantes de mi vida. Pero la v...