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Habitación 316, Saitama, Japón.

Era temprano en la mañana del Martes. El primero de dos días en que presentarían su concierto Magical Circus en esa ciudad.
Y como muchas otras noches, por los pasillos del hotel en que se hospedaban, uno de ellos se logró escabullir a través de éstos con la precaución de no hacerse notar. Lo hizo con aún más cuidado que las veces que su estómago gruñía en la madrugada y tenía la imperiosa necesidad de levantarse hacia la cocina a esas horas.

No sabía lo que pasaba por su cabeza, pero estos días buscaba con ímpetu el cariño de todos sus miembros.

Bueno, quizás sí sabía... sólo que no quería pensarlo.

─ ¡Dios! ¡Tan bueno! ─ Exclamó con un suspiro el chico de ojos almendrados. 

Se quitó de encima de la anatomía contraria para desplomarse a un costado, ambos mirando hacia el techo con una sonrisa plantada en los labios.

─ No deberíamos estar haciendo esto. ─ Razonó el otro. ─ En cualquier momento entrarán a avisarme que salimos en 20 minutos al ensayo.

Finalizó desviando la mirada hacia la sonrisa de encías que poco a poco se iba desvaneciendo debido a su comentario. En un milisegundo se dio cuenta que la había cagado otra vez.

Lo hacía mucho últimamente.

Ya les habían advertido una vez que dejaran de entrar a las habitaciones de los demás cuando estuvieran fuera de casa, él sólo quería evitar que regañaran al otro, enfocándose en él al ser el mayor de entre los dos.

─ Pues si no querías hacerlo, deberías habérmelo dicho en el instante en que entré a tu habitación. ─ Dijo con molestia en su voz, dándole la espalda a su novio para comenzar a vestirse bruscamente, con claras intenciones de salir de ahí lo más rápido posible antes de ponerse a llorar. 

Odiaba estar tan sensible. Odiaba estar así.

Tomó su camiseta de pijama desde los pies de la cama en el momento en que sintió unos brazos rodearle desde atrás y un beso en la parte superior de su cabeza.

─ Sabes que eso no fue lo que quise decir. ─ Aclaró volviéndose a acostar y acurrucando al mayor de frente entre sus brazos. Siguió dejando besos alrededor del singular rostro de su novio, hasta que notó como éste se acercaba más a su cuerpo y escondía el rostro en su cuello.

─ Lo siento Dae... no sé qué me sucede. ─ Se disculpó despacio, besando ligeramente el lugar que se encontró con sus labios. Pasó sus brazos por el torso de Jongdae y apretó.

─ Shh... Lo sé Baozi, no tienes que explicarme nada. Te amo. 

Minseok levantó el rostro dispuesto a besar los labios contrarios, pero fue interrumpido cruelmente por tres secos golpes en la puerta de parte de Woohyun, el mánager encargado de ellos y a quien apreciaban tanto, sobre todo después de taparles todas sus locuras.
No obstante, mantuvieron silencio para que el mayor no fuera descubierto fuera de su habitación.

─ Jongdae, salimos en 30 minutos. Apresúrate, porque la furgoneta partirá contigo o sin ti. ─ Avisó con su voz autoritaria, demandando obediencia para poder llegar a tiempo. 

─ Sí, hyung. ─ Respondió Jongdae sonriendo por haber engañado exitosamente a Woohyun. Escuchó sus pasos alejarse, detenerse y luego volver.

─ Minseok, lo mismo va para ti.

No. No lo habían engañado. ¡Diablos! Ese hombre lo sabía todo siempre.

─ Sí, hyung. ─ Respondió el mayor de la misma forma, volviendo a escuchar los pasos alejarse.

Vuelve ♡ ChenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora