Una estrella. Dos estrellas. Tres estrellas.
Doscientas cinco estrellas. Doscientas seis estrellas. Doscientas siete estrellas contó Ringo antes de quedarse dormido. Soñó con el mar, su hogar. ¿Cómo podía amar tanto el océano y a la vez ser tan torpe navegando? Qué curiosos son los humanos. Especialmente estos dos.Un rayo de sol lo despertó. Entreabrió los ojos y se acostumbró a la luz minutos antes de que el joven George entrara a la habitación con nuevas ropas, levemente despeinado, con una mueca sonriente en el rostro.
—Buenos días, George—tuvo una sensación rara al llamar al chico por su nombre una vez más. El estómago se le hizo chico, tuvo cosquillas. Se enderezó y se desarrugó la camisa, tratando de parecer un poco presentable.
El chico se acercó apresurado y se sentó a su lado con cierta timidez. Jugaba con sus delgadas manos y sus pequeños labios estaban inquietos.
—Buenos días, Ringo—se quedó sin aliento un instante, miró a los ojos del marinero y descubrió que podía ver el océano en ellos, eran tan profundos y ahora, con la luz del sol, podía apreciarlos mejor. Luego reaccionó a la mirada confundida de Richard ante tal gesto—c ehm. Bueno, sé que no puedo albergarte aquí por mi mismo, sería matarte de hambre y confinarte a este recinto, así que hablé con mi padre y accedió a dejarte quedar aquí. Quiere conocerte—pasó saliva y esbozó una sonrisa tímida.
Los ojos azules se abrieron en un gesto de sorpresa, sus labios también lo hicieron por un momento y luego eso fue sustituido por una sonrisa de agradecimiento. Las palabras vinieron después.
—No tengo palabras. En realidad estoy muy sorprendido por tu generosidad. Gracias, George—¿hacerlo o no hacerlo? La sorpresa y la adrenalina corrían por su cuerpo, estaba adormilado aún y no percibía las cosas muy seriamente. Lo hizo rápido, puso su mano encima de la del chico y le dio un leve apretón. El calor de su cuerpo se sentía como un veneno recorriendo su piel y a la vez como si se tratara de un rayo de sol en la oscuridad. Se estremecieron los dos.
Por su parte el pelinegro se congeló un instante y trató de dejar su mano lo más quieta posible. No quería que al moverla, el castaño malinterpretara la situación y pensara que le incomodaba, porque retiraría su mano. No lo hacía. Se sentía bien. Las manos ásperas del marinero contrastaban tanto con sus delicadas extremidades, suaves y cálidas al tacto. Respiraba y contaba los segundos tratando de que no acabara.
Ringo levantó la mirada poco a poco para encontrarse con la de George. Ninguno parpadeó. Sólo se miraron mientras sus latidos eran lo único que se escuchaba bajo las estruendosas olas matutinas.
De lo bueno poco, tan poco, pues este momento que pareció durar toda una vida tan sólo había abarcado 5 segundos. Tan pronto Ringo pestañeó fue sacando su mano lentamente, bajando la mirada. Sonrió y tragó saliva.
George hizo lo mismo. Acercó su extremidad a su cuerpo queriendo mantener la temperatura a la que estaba.
—Tu padre... ¿es severo? No quiero darle una mala impresión—preguntó el marinero después de unos instantes.
—Hmm. No. Algo así. No te preocupes, está bien. Vas a estar bien—sonrió.
—Bien—.
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Lost by the stars. [Starrison]
Fanfiction"...El amor es una decisión, no una cosa del destino". Había un chico delgado y de mirada profunda. Y había otro de nariz peculiar y el cielo en los ojos. "Lo que pasa por tu mente debería estar pintado en las estrellas".