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Azirafel no supo en que momento le habían dado las tantas de la madrugada. Estaba en la trastienda de su librería de segunda mano con un haz de luz flotando a modo de farol, encima de su cabeza. Apretaba los dedos entorno al libro que la chica de la bicicleta se había dejado en el asiento trasero del Bentley de Crowley.

Se había preguntado una taza de chocolate blanco, que calentaba de tanto en tanto con un simple gesto, y trataba de digerir que sí, que el libro que tenía en manos era la única supuestamente desaparecida edición de las Predicciones de Agnes la Chalada.

Estaba hundido entre cojines y páginas de pergamino sueltas cuando alguien llamó a la puerta principal.

"Es mejor si lo ignoro" dijo entre dientes, sin levantar la vista del libro.

No podía estar equivocado, pensaba, era una copia, estaba seguro de que era la única en todo el universo. ¿Habría sospechado Crowley de su torpeza al bajar del auto?, ¿debió habérselo dicho? y ¿por qué aquella muchacha lo tenía en su posesión?

Sus pensamientos empezaron a revolverse cuando volvieron a llamar a la puerta, esta vez tan fuerte que las paredes retumbaron.

Azirafel se calzó las pantuflas de casa, se envolvió en su suéter de lana rosado y encendió las luces de la tienda, no quería que algún mortal curioso, se espantara al ver la luz que flotaba encima de él.

De nuevo golpeteos en la puerta.

"¡Un momento, por favor!", quitó los cerrojos de la puerta principal y los sellos divinos se desactivaron.

Se topó con la figura larguirucha de Crowley en el marco de la puerta, llevaba el pelo y el abrigo empapados por la lluvia. Se preguntó por que el demonio ni había evitado mojarse.

"Bueno, esto es una sorpresa extraña" dijo Azirafel mirando por encima del hombro del más alto, como esperando que hubiese alguien más o se tratara de algún tipo de atraco infernal, "¿ha pasado algo?"

PILLOW TALKWhere stories live. Discover now