Seguí caminando, pensando en otras cosas, después me di cuenta de que ya había llegado a la parte en que el camino giraba a la derecha para ir directo a la estación. Yo siempre me seguía derecho, por donde ya no había nada de camino y como esta vez no llevaba medias, las plantas me raspaban un poco las piernas, pero seguí caminando.
Siempre me quedaba en na zona en la que había unos cuantos árboles, no sé por qué estarían ahí, o si ese terreno pertenecía a alguien, pero me parecía tan tranquilo que se había convertido en mi lugar favorito. A veces, cuando mi mamá y mi tía Rose tenían pleitos muy fuertes, me llevaba a mis hermanos menores ahí, a la parte de los árboles. O cuando simplemente quería apartarme del mundo me iba para allá y me ponía a leer a la sombra de un manzano.
Llegué, me senté en el mejor sitio y esperé a que el cielo se pintara de esos colores tan maravillosos. Estaba absorta, observando el cielo, cuando se escucharon unos ruidos en la parte de atrás del árbol, es decir, del otro lado del tronco. Supuse que era alguna ardilla o algo así, pero luego se escucharon como pisadas, se detuvieron y se escuchó como que alguien se sentaba. Me quedé en donde estaba, tratando de no hacer ni un solo ruido. El silencio duró unos minutos, después la persona del otro lado del tronco comenzó a llorar. Sonaba como un chico, y decía cosas entre sollozos, pero no le entendía nada. No sabía qué hacer, si quedarme ahí, escuchándolo llorar sin que supiera, hablarle, tratar de ayudarlo o irme sin decir nada.
Decidí quedarme en silencio, pensé que quizá se sentiría apenado si se daba cuenta de que lo había estado escuchando. Después de unos diez minutos, más o menos, se calmó y se quedó todo en silencio, de nuevo. Ya no hizo ningún ruido por tanto rato que pensé que se había marchado sin darme cuenta. El espectáculo del amanecer terminó y yo tenía que irme, como ya no lo escuché creí que de verdad se había marchado, así que me puse pie y comencé a caminar por donde había llegado; no llevaba ni diez pasos, cuando una mano me tocó el hombro.
Me sobresalté, asustadísima, luego me volteé y vi que era un chico. Tenía los ojos un poco rojos y algo llorosos, así que obviamente no se había ido.
—Lo lamento—me dijo.
—¿Qué cosa?—le pregunté extrañada.
—Asustarte, creí que sabías que estaba ahí, del otro lado, que me habías escuchado.
—Ah, claro, bueno, sí pero pensé que quizá ya te habías marchado.
Se quedó pensando unos segundos, luego me soltó el hombro.
—¿Ya sabías que yo estaba ahí? —le pregunté.
—Sí, te veo llegar y sentarte cada mañana antes del amanecer, luego te vas cuando ya terminó, como hoy.
—¿Todos los días?—pregunté, alarmada. Así que todos los días este chico me había visto venir y después irme sin que yo lo notara.
—Sí, pero no te asustes...
—¿Es tuyo este terreno?—pregunté otra vez alarmada.
—Es de mi abuelo y vivo con él, cerca de aquí, en una casa que parece cabaña, no sé si la has visto antes, todos los días me manda a comprar café, leche, azúcar o algo así a la estación, desde que tenia... Once años.
—¿Y tienes...?
—Dieciocho.
Al decir eso me sorprendí mucho, y entonces me fijé bien en él, la verdad es que parecía uno o dos años mayor. Era alto, fornido, tenia el cabello café claro y con la luz del sol se le veía muy bonito, ojos de un color muy curioso que jamas he vuelto a ver, como de un verde oliva mezclado con café muy claro, los labios carnosos... Ya no seguí observándolo porque se dio cuenta de que le miraba con mucha atención y se sonrojó, después me di cuenta de que estaba muy guapo y yo también me sonrojé.
—¿Y tú cuántos años tienes?—me preguntó.
—Mmm...—le iba a decir que dieciséis pero me acordé de que era mi cumpleaños—. Diecisiete.
Al principio dudó y me miró muy fijamente a los ojos lo cual me hizo sonrojar, de nuevo, y apartar la mirada.
—Ok, me tengo que ir, pero nos vemos después, ¡Adiós!—me dijo ya alejándose.
—¡Adiós!—le grité para que me escuchara, y le dije adiós con la mano.
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El chico del circo.
RomantikEsta es una historia romántica con un desenlace trágico, relatada por Rita, que ahora tiene ochenta y siete años, nunca se la ha contado a nadie y tú descubrirás por qué. Esta historia sucede en los 40's cuando Rita tenía diecisiete años, comienza j...