Capítulo uno. Nostalgia.

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Me desperté y, como todos días, fui al baño, hice mis necesidades, me cepillé los dientes, me peiné y fui de vuelta a mi cuarto para vestirme.

  Cuando entré encontré en mi cama un vestido naranja muy lindo y encima unos zapatos a juego, a un lado estaban dos boletos para el nuevo circo que había llegado a la ciudad. Supuse que mi madre los dejó ahí y se volvió a dormir, pues la noche anterior se la pasó discutiendo con su hermana gemela, Rose, y se acostó muy tarde, además yo siempre era la primera en levantarse porque me gustaba dar un paseo por el campo que estaba atrás de la casa y ver el amanecer.

 

  Tendí mi cama, me puse el vestido naranja, los zapatos y un collar, la verdad es que no me gustaba usar aretes, eso de tener algo atravesado en la oreja me parecía terrible.

  Salí de la casa y aún estaba algo oscuro, podía sentir el aire fresco de la mañana, y el olor a tierra mojada por el rocío. Una oleada de aire frío me llegó de golpe e hizo que la falda del vestido volara y se me subiera hasta los muslos. Aunque no había absolutamente nadie, me avergoncé y me apresuré a acomodarla. Pensé en regresar por un suéter pero luego recordé el calor que hace después, cuando ya terminó de amanecer, así que seguí caminando por donde siempre.

  Yo siempre recorría un camino que ya estaba marcado en el campo, por tantas pisadas, pues era un camino muy transitado durante medio día porque iba desde cerca de la estación, hasta el centro de la ciudad y la gente que iba a pie lo tomaba como un atajo, pues a esa hora el sol está en lo más alto. Claro que cuando estaba amaneciendo nadie lo tomaba, por el frío, y preferían tomar taxi o le pedían a sus colegas que los llevaran. Así que yo iba sola, por ese largo camino rumbo a la estación.

  El cielo empezó a teñirse de colores azules, morados y rosas, a mi siempre me habían parecido colores nostálgicos. Me hacían recordar cundo era niña y acompañaba a mi padre a la estación, a su trabajo, los días en que no tenia clases o los fines de semana y me quedaba con él, observándolo preparar tanta comida; él trabajaba en un restaurante pequeño, en la estación del tren preparando casi siempre puros desayunos rápidos para los que iban a su trabajo o algún otro lugar, aveces yo ayudaba y le hacia de mesera, los clientes me daban propinas y yo me sentía muy importante. Luego mi papá murió en un accidente de auto un día que regresaba a casa, por la noche, porque del restaurante se iba a un bar a preparar bebidas alcohólicas. Al parecer se regresó con un amigo que iba borracho y no quizo que mi padre condujera, así que en un momento se quedó dormido y el coche fue a dar a un barranco, todo sucedió en segundos así que mi papá no pudo hacer nada. Él falleció pero su amigo no, sólo se rompió muchos huesos. Desde entonces Charlie, el camarada de mi padre, dejó la bebida y ayudaba a mamá con las cuentas de la casa, pues a pesar de que ella le dijo que no era necesario, él quizo ayudar porque tenía mucho dinero y estaba muy arrepentido por no dejar a mi padre conducir.

El chico del circo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora