De como las paredes ocultan tragicas historias

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El edificio era blanco y enorme como ninguno, una serie de pasillos casi laberínticos con numerosas puertas a cada lado, tantas que incluso cualquiera que se escondiera entre aquel laberinto derruido por los años tardaría en ser encontrado. Antiguamente el lugar fue una aclamada escuela valorada por su antigüedad, pero una serie de desafortunados sucesos llevaron a su cierre, el edificio construido a principios de siglo dejó de recibir a estudiantes para acoger a personas con frío por las noches y a enmascarados de rayaban sus blancas paredes, el dueño en vez de derribar todo y venderlo al mejor postor prefirió dejarlo en el lugar, argumentando que este ya formaba parte de la historia de la ciudad, ademas de que no tenía corazón para hacerlo.
Este lugar a la enseñanza fue la cuna de muchos exploradores urbanos, a veces ex alumnos, que venían a explorar su antiguo establecimiento, o en este caso alguien a quien le pagarían una suma por sacar fotos que luego saldrían en el diario local, una suerte de nota que buscaba recordar sus años de gloria.

El visitante caminaba sosteniendo su cámara entre manos, algo nervioso por las supuestas apariciones de un estudiante fantasma en el lugar, por suerte no iba solo, su acompañante a las espaldas lo seguía en silencio, al ver cómo este parecía algo inseguro de entrar coloca una mano en su hombro para transmitirle algo de su confianza, de esta forma el visitante pudo reunir el valor que le faltaba y entrar al desolado lugar.
Su nombre era Ángel, había estudiado en esa misma escuela hace algún tiempo, recordaba el campanazo que ponía fin a las clases y a todos los estudiantes corriendo al patio, los almuerzos que escapaban al estereotipo de comida de escuelas por ser increíblemente deliciosas, volver a caminar entre sus pasillos lo hizo recordar tantas cosas... Pero venía con una misión y debía llevarla a cabo, con su cámara en mano solo ajustó el ángulo para comenzar su labor, aunque cuando voltea la mirada a la derecha al acompañante se le paralizó el corazón un momento pero antes de decir nada el contrario sonrió, pensó en hablarle y no lo hizo, supo que había sonreído a la que fue su sala antes de terminar su enseñanza, se mantuvo en silencio nuevamente siguiendo sus pasos.

El comedor, un postre salas, una biblioteca sin libros, el patio y el laboratorio pronto fueron capturados en fotos antes de que ambos llegaran al salón, donde los enviaban cuando llovía, está vez el acompañante se dio el lujo de separarse un momento para explorar la gran sala, cuando pretendía volver a su lado por accidente fue atrapado por el flash de la cámara.

— ah, disculpa

El visitante no dijo nada, solo se le quedó viendo, lo asocia que que se había molestado por estar en el camino y baja la mirada medio contrariado, Ángel gira sobre sus pies para darle la espalda. El acompañante hace una mueca triste.

— ¿sabes? Lo he pensado mucho y tienes toda la razón — sus pasos lo dirigieron hacia uno de los ventanales, iba a admitir su error pero sin mirarle producto de la vergüenza — si debía decirte lo que ocurría pero resulta que soy un cobarde, solo tenía miedo ¿entiendes? Siempre fui tan dependiente de la opinión de los demás y yo... agh, debería dejar de victimizarme tanto — sus dedos se cierran con fuerza en el marco del ventanal — no espero que me perdones, no ahora, es muy pronto, solo espero que algún día entiendas lo que te digo, lo siento tanto, tanto...

Con algo de temor voltea la vista a su dirección, Ángel lo miraba con tristeza, pero más que mirarlo parecía ver en su dirección sin mirar en realidad, temeroso de su reacción baja la vista a sus zapatos algo sucios por el polvo, el salón queda en un sepulcral silencio antes de que el visitante diga la primera palabra.

— lo siento...

Fue un susurro que le costó escuchar y que aún así logra darle tranquilidad a su corazón, levanta la vista con un nuevo brillo en sus ojos.

— Angel yo...

Sin embargo las palabras se quedan atoradas en su garganta, el visitante se estremece producto de un escalofrío dejando el lugar a paso rápido, sin darle oportunidad de decir cualquier cosa, con su ilusión destruida el acompañante no lo sigue, se queda en su posición con ambos pies clavados a la madera del piso, quiso seguirlo y sacar todo lo que llevaba en el pecho por tantos años pero no lo hizo, se deja caer al piso y allí quedó hasta que se hizo de noche maldiciéndose por sus acciones pasadas.

* * *

Ya tenía las suficientes fotos, ahora solo tocaba revisar para enviar las mejores a la editorial y cobrar su paga, lo hizo ese mismo día a la noche, en parte para distraerse luego de sentirse incómodo dentro de la escuela, con ayuda del mouse fue pasando foto por foto hasta que una llamó particularmente su atención, debía volver cuanto antes y asegurarse con sus propios ojos. Con un abrigo más grueso para combatir el frío salió camino al colegio.

* * *

Al llegar al salón revisa por todos lados con desesperación pero dentro no había nadie, agotado por la carrera de deja caer al piso.

— perdóname

Las palabras salieron solas de su garganta, se encontraba con la libertad de expresarse en su aparente soledad por lo que deja que las lágrimas recorran sus mejillas, el acompañante quien se escondía de su mirada sale de su escondite y luego de mirarlo unos instantes se sentía a un costado apoyando su cabeza en el hombro contrario, el visitante deja su palma abierta a un costado suyo aunque al instante es atrapada por la mano de su acompañante, gracias al contacto retoma parte de su tranquilidad.

— perdón por no poder ayudarte, era tan tonto esos días que no sabía que hacer y al igual que tú tuve miedo, aunque no sirvió de mucho, no dejo de pensar que todo esto es mi culpa

— no lo es...

— mi culpa por no saber que hacer ¿como podría evitarlo entonces? Tenía 16 años y todavía no sabía que hacer con mi vida, lamento no haber podido ayudarte y espero que tú algún día puedas perdonarme — cierra los ojos un momento — fui débil, y te prometo que nunca más lo seré, por ti

La mano que era sostenida por el acompañante se cierra, quedando en un puño.

— tal vez no me escuches, pero si estás ahí, escuchándome, déjame decirte que no te odio y nunca lo voy a hacer, y si lo que buscas es que te perdone pues lo tienes, tienes mi más sincero perdón, aunque espero que tú también puedas perdonarme por mis errores

El acompañante sonrió con lágrimas en sus ojos, con cuidado deja su posición para estar frente a frente, allí limpió cada una de sus lágrimas, trató de peinar esos descontrolados rulos enredándolos con  sus dedos como alguna vez lo hizo. Supo en ese momento que ya no podría callar, por  lo que al menos esperaba que esas fueran las últimas palabras que escuchara.

— te amo Angel

Por un momento creyó ver su figura sentada al frente suyo con una sonrisa como las de antaño, pero la visión tan pronto como había aparecido se fue, lo que sí sintió fueron aquellas palabras que surgieron del aire y quedaron grabadas en su mente. Cuando dejo de sentir esa presión en el aire supo que el acompañante de nombre Santiago por fin había podido descansar en paz. El pobre muchacho solo había estado asustado de lo que estaba sintiendo, se había alejado de quien provocaba estos sentimientos para ver si estos desaparecían pero solo ocasionó una gran pelea donde gritaron cosas que no pensaban producto del enojo, luego de la discusión lo último que supo de Santiago fue que se había suicidado en el salón durante la noche con unas pastillas, la pelea con su mejor amigo y unos problemas familiares habían sido el detonante de su decisión. Sintió como si un cuchillo le hubiera atravesado el corazón, como si cada bombeo de sangre le hiciera daño, su historia no resultó más que ser una tragedia comparada con las griegas que su profesora de lenguaje tanto se empeñaba en contarles, porque Santiago se había enamorado de su mejor amigo y este también sentía lo mismo por el solo que no sabía ponerle nombre a sus sentimientos, al menos en ese momento. Ahora solo se consolaba con la idea de que quizás así, aclarando todo este fatal malentendido, podría descansar lejos de las paredes de aquel colegio.

— yo también te amo Santiago

Dijo al viento, nadie lo escuchó.

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⏰ Last updated: Sep 17, 2019 ⏰

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