Harry Holland tenía una gran pasión por el cine y la fotografía, por lo que no era extraño que tuviera cinco discos duros llenos de videos y fotografías, lo que sí era raro era que estos estaban guardados dentro de una caja con candado para que ning...
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Un Harry de once años había aparecido dentro del cuadro de grabación, sosteniendo una gran cámara de video mientras el lente apuntaba hacia un espejo que colgaba de la pared, en su nariz se posaban unos lentes y su cabello rizado se encontraba medianamente peinado, sonreía feliz mientras se filmaba antes de comenzar a grabar toda su casa, intentando dar con su familia.
La primera persona que fue enfocada por la cámara fue su padre, quien se encontraba deambulando por la cocina en busca de algo para comer, Dominic Holland se detuvo en cuanto se percató de que lo estaban grabando y antes de que su hijo menor pudiera decir algo, se apresuró a cerrar las puertas de los estantes antes de girarse hacia él.
—No le digas a tu madre, se supone que estoy a dieta y no debería comer esto —murmuró antes de llevarse un pedazo de dona a la boca y salir rápidamente de la instancia.
—Va a enloquecer cuando te vea...
Harry río levemente antes de dirigirse a la sala de estar en donde se encontraban su madre Nicola, su hermano menor Paddy y su hermano mayor Tom, quienes en ese momento se hallaban viendo la película Gigantes de acero mientras comían palomitas.
—Hola familia —saludó y sus parientes se dieron vuelta para dar con el lente de la cámara, la mano del chico apareció en el plano para saludar a su familia y estos le respondieron el saludo.
—Harry cariño, ¿recogiste tus calzoncillos del piso de tu cuarto? Vendrá la hija de Simone y realmente espero que no se produzca el incidente de la otra vez.
—¡Mamá!
—Nada de mamá hijo, la pobre Jennifer quedó muy avergonzada al ver aquello en el suelo.
—Es su culpa por meterse en donde no la llaman, la puerta de mi cuarto estaba cerrada, además es sólo ropa interior, no sé porqué exagera tanto las cosas —comentó molesto y la cámara quedó apuntando hacia el limpio suelo de cerámica.
—¡Harry!
—¿Qué? Pero si es cierto, es como si yo me avergonzara de la vez en que la vi con su ropa interior en la cabeza; aquellas reacciones son ridículas y ella no me agrada, es rara.
—Solo levanta la ropa del piso de tu cuarto, por favor.
—Y métela a la lavadora, juro que vi algo moverse en el suelo de tu cuarto —comentó Dominic desde el umbral de la puerta.
—Dominic Holland, ¿es esa una dona la que estoy viendo?
—¿Qué? Pfff, no, no lo es —habló atragantándose con el postre y huyendo del lugar al ver como su esposa se levantaba del mueble.
