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MIERCOLES 31 JUL. / 6:15 AM.

La alarma sono y un fuerte dolor retumbo en mi cabeza.
Era la resaca por quedarme despierta hasta las 3:45 de la mañana, sólo había dormido 3 horas y con mayor razón mi cuerpo no esta dispuesto a responderme, era casi imposible abrir los ojos sin que estos empiecen a arder; estaba segura que había pequeños hilos rojos extendidos de un lado a otro por la parte blanca que redondeada las iris y pupilas de ellos.
Se suponía que aquí es donde la fuerza de voluntad deberia hacerle un paró a la flojera, pero al parecer estuvieron de acuerdo en cambiar de turnos, en vista de que la fuerza brillaba por su ausencia.
Sentía un furor y ansias recorrer mi cuerpo por el echo que no podia saborear mi dichosa cama unos minutos mas; cuanto desearía ser un gato en estos momentos para haci no poder ir al colegio a estudiar; volví a caer rendida a las sábanas despues de dejar a la deriva ese pensamiento absurdo e irrealizable.

(...... 12: 47 PM....)

Escuche un grito que me hizo despertar de golpe, esos sonidos resonaban en mi cabeza, aquella voz no cesaba, y al parecer no tenia ninguna intencion de parar, a medida que pasaban los segundos se hacian mas fuertes.

-¡Oh Dios!... ¡Robert!..Ahh.- aquella persona pudo nombrar a Robert de una forma tan soeza, aun no podia asimilar bien lo que estaba pasando, es imposible que este pasando por esto.

Me dirigí a pasos lentos hacía las escaleras para ir a la planta de abajo.
Mientras mas me acercaba a la sala los sonidos se intencificaba mas.
Al poner un pie dentro de aquel cuarto teñido de color beige, mis manos recorrieron un camino hacia mi boca, cubriendola por los que mis ojos podían presenciar.

Los dos cuerpos estaban unidos encima del sillón, haciendo que los cojines de aquel repositorio se amueblaran de arriba a bajo cada vez que aquella chica rubia cabalgaba a Robert.

La imagen era mucho mas explícita. Ellos estaban posicionados en el sillon que daba frente a la entrada de la sala.
Podia ver el miembro de Robert adentrarse dentro de la vagiana húmeda, un líquido espeso de color blanco lechoso brotaba de la intimidad de la chica hasta chorrear por el tronco de la polla de robert hasta llegar a su pelvis.

-¡Ahhh..Robert!.- al parecer los dos habían llegado a su preciado orgasmo. Pude presenciar un fragmento de su espectáculo, pero con eso fue mas que necesario.

Las lágrimas chorreaban por mi mejillas de color carmesí, mientras que con las mangas de mi camiseta de pijama tapaba mis delgados labios para que los sollozos no se puedan oir tan fuertes.

La chica se recosto en el pecho sudoroso de Robert, y el solo se limitó a arrimar mechones de cabellos que estaban en su cuello para poder dejar besos calidos en el.

Al levantar su rostro, la mirada de el se cruzó con la mia llena de lagrimas.

Di unos cuantos pasos hacia tras mientras veía como el mordia el cuello pálido de aquella rubia, sin quitar su mirada de mi.

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