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Kagome corría por el pasillo esquivando a la gente que se agolpaban a su alrededor, se movía con dificultad intentando no chocar con nadie, el pasillo estaba atestado a pesar de ser finales de agosto, el calor y la humedad no daban tregua, por fin llego al final del corredor, el aire caliente al llegar el metro se sintió pese a estar lejos aún del andén, no llegaría a tiempo, suspiro…

-cada viernes es igual-susurro para sí misma de mal humor.

Siguió avanzando, sabiendo que en cualquier momento el silbato anunciaría la partida, aminoro el paso ya derrotada, esperaría un buen rato el siguiente, si corría terminaría en el piso, los zapatos que llevaba era demasiados altos, la reunión de la mañana lo amerito, realzaban sus largas piernas, su trasero redondo y la minifalda provocaba miradas furtivas de los hombres y alguna que otra mujer.

Eso le encantaba, sentir despertar deseos velados de desconocidos, era algo que le excitaba y la alejaba de los problemas de una realidad cada vez más difusa y apagada.

La carrera la había dejado agitada, sus pechos se resistían a seguían dentro de la blusa ajustada, cada que tomaba aire amenazaban con saltarles los botones, pero era mejor calmarse y asumir que llegaría tarde por el regalo de su amiga, tal vez podría alcanzar cena, o si no, bufo, se prepararía algo, ni a su madre alcanzaría a ver antes de que saliera a su turno de enfermera.

Ya estaba llegando al andén, saco el móvil para ver la hora, no alcanzaría el tren de las ocho, sin prestar atención se mordió las uñas, se retiró la mano de la boca con rabia por su debilidad, se había prometido dejar largas las uñas, pero la ansiedad podía a veces con ella.

Estaba a la expectativa, tenía una sensación extraña, como si algo fuera a pasar, era viernes claro, pero resoplo al verse inmersa entre tanta gente, el tren tenía diez paradas antes de bajar, alguien la empujo al pasar pillándola desprevenida, un brazo en su cintura le hizo mantener el equilibrio.

-perdón casi te tiro… lo siento-la voz del desconocido era muy varonil.

Levanto la mirada para encontrarse con una sonrisa deslumbrante, el tipo era joven, desprendía un aura rebelde, una atracción casi indescriptible, pero la seguridad con la que la miraba, le dejaron la boca seca, y su olor… respiro disfrutando de su aroma a hombre… llevaba una camisa blanca con los botones de arriba abiertos, tan ajustada a sus pectorales musculosos, que le daban ganas de meter la mano para acariciarle, sus ojos azules brillaban de diversión, su cabello negro era tan largo que llevaba una trenza, que para nada le hacía ver poco varonil, era alto, aun con sus tacones le sacaba una cabeza, parecía un poco mayor que ella, quien tenía apenas 23 años.

-no pasa nada-susurro sonrojada por su escrutinio.

Se sorprendió ante su timidez, no quería dejar de mirarle, sentía una atracción magnética, algo anormal, por su parte él le miraba de arriba y abajo. Justo en ese momento llego el metro y la gente los arrastro en una marea humana para meterse en un vagón ya bastante atestado, durante unos segundos perdió el contacto visual, pero logro mantenerse junto a él sin que pareciera sospechosos, quedando de frente, pero la gente seguía subiendo obligándolos a acercarse tanto como para quedar en pleno contacto físico, apretándose. 

El calor iba en aumento y comenzaba a sudar, sus pechos estaban clavados en el torso de él, subió la mirada intentando sonreír a modo de disculpa, sabía que tenía la cara roja, entre tantos apretones notaba como sus pezones se erizaban ¿se habría dado cuenta? Él también le sonrió, estaba mirando su escote, eso la hizo respirar con dificultad, un calor recorrió su cuerpo, le atraía, ese hombre era demasiado irresistible, en una curva la inercia los junto aún más y pudo notar algo muy duro que se clavaba en su vientre. De pronto el mundo se borró y solo pudo fijar su atención en sus ojos azules, perdiéndose en ellos, su boca formo un oh, al comprender que era la erección de él, en el metro, entre tanta gente, no había duda, jadeo excitada.

Él estaba satisfecho por su reacción, podía ver su rostro arrogante, su sonrisa divertida por su sonrojo, estaba interesado en ella, eso le provocó una oleada de deseo, despertando en lo más profundo de su ser, algo que tenía dormido, que ni siquiera sabía que estaba ahí, se apretó más contra su cuerpo, estaba apretado, lo escucho jadear.

-estás jugando con fuego-le susurró al oído causándole un escalofrió.

En ese momento llegaron a la siguiente la parada, la primera de diez, ¿la primera? Kagome creyó que era una eternidad, se separaron mientras la gente salía, al subir otro tanto se vieron separados, ella le miro de reojo, era un atractivo moreno, él la observaba de forma penetrante como si la estuviera acariciando, el calor iba en aumento, nada se debía al clima, necesitaba estar junto a él, sus miradas, su complicidad, su deseo les fue haciendo hervir la sangre, creando una carga sexual entre ellos.

En la siguiente parada, aprovecharon que la gente bajaba y subía, para volver a colocarse juntos, esta vez el hombro de él rozaba su pecho, aunque deseaba girarse para pegar sus pezones a su torso, no quería parecer tan descarada, pero entonces sintió una presión en la cadera, estaba abultado, sin pensarlo se fue moviendo al ritmo del tren, sobando sobre la ropa el miembro, provoco un gruñido que sabía solo ella escucho, su mente creaba imágenes de la verga hinchada, volviéndose más y más rígida.

La siguiente parada la pillo desprevenida, él se separó para dejar pasar a la gente, volvió hacia ella, Kagome lo sintió colocarse tras de ella, la erección termino entre sus nalgas, estaba tan hinchado, él bajo una mano a su cintura pegándola aún más a él, se mecía adelante, acariciando y apretando su trasero, Kagome se mordía el labio para no gritar, le gustaba esa sensación, nunca pensó ser tan perversa, en el tren, entre tanta gente, se sonrojo al ver su reflejo por la ventana, él le miraba con deseo, como si fuera la mujer más sexy del mundo, la única para él.

Otra ola de calor y excitación le recorrió el cuerpo, él miraba su escote, Kagome estaba respirando con dificultad, su corazón parecía a punto de estallar, su panti estaba ya húmedo, mojado, casi resbalaban sus fluidos por sus piernas, se movió para que él clavara su verga aún más, en la siguiente curva la embistió como si quisiera romperle la ropa, se sujetó del tubo pegando su frente y cerrando los ojos, casi gemía en medio del vagón, el tren se fue deteniendo lo que provoco una presión fuerte.

El vagón iba lleno, aun así subió más gente, pero aprovechando que bajaban, la arrastro hasta la parte de atrás, donde las miradas se perdían mirando hacia adelante, se acomodó de nuevo tras de ella, mientras el tren avanzaba, sintió la mano del moreno alzando levemente su falda que agradecía no era nada ajustada, contuvo el aliento cuando él se acomodó entre su trasero, quería pedirle que le bajara la ropa pero era muy arriesgado, el sudor se hizo presente, el movimiento solo provocaba mayor excitación, ella respiraba con dificultad, apenas fue consciente de que llegaba a su estación, no quería bajar… cuando el tren estuvo por parar le miro con invitación y suplica, él la hizo suspirar con su azul intenso.

-me bajo en este-dijo entre jadeos.
-yo también-le susurro en su oído.

Continuara…

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