You're my end and my beginning. Even when I lose I'm winning. 'Cause I give you all of me, and you give me all of you.
—John Legend - All of me—
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Prólogo:
Mi corazón estaba a punto de estallar de felicidad. Podía imaginar mentalmente su sonrisa cuando le pidiera casarse conmigo. Ella lo había deseado tanto como yo, aunque, obviamente yo había tratado de fingir todo lo que podía que no estaba prestando atención a ése tema.
El tráfico a esta hora del día es una hostia, por esa sencilla razón prefería quedarme en la oficina hasta un poco tarde y ocupar la carretera cuando haya más calma, aunque, a veces resulta imposible encontrar calma en las carreteras de Nueva York. Sin embargo, la situación lo requería. Cuando me llamaron de la joyería que el anillo ya estaba listo, fue lo único que me alegró el día en su totalidad. Me daba igual que el anillo de diamantes de dieciocho quilates haya costado cinco millones. El dinero era lo de menos.
Una vez llegar a la mansión los latidos de mi corazón baten más de prisa, tanto que parece que fueran a perforrarme el pecho. Bajo del auto y entro en la casa. Todo está en silencio. Seguro sigue dormida, nunca se despierta temprano cuando no tiene trabajo. Subo las escaleras para sorprenderla, pero unos gemidos desde las escaleras me pillan por sorpresa. En un acto reflexivo detengo mis pasos mientras un sinfín de pensamientos penetran mi cabeza. A lo mejor solo estaba viendo una película o...cualquier cosa, pero nunca se atrevería a mentirme con alguien más. Sin embargo, me siento culpable, hay una pequeña parte de mí sembrando duda y eso me hace sentir la peor persona del mundo por desconfiar de la mujer con la que llevo dos años en una maravillosa y seria relación.
— Admito que hasta la cama es un gran lujo...— una voz desconocida suena de la nada. No procedía del televisor, de eso estaba totalmente segura — espero que este sacrificio valga la pena, Claudia.
Mis pasos empiezan a acercarse más, estaba temblando, obligándome a mí misma creer que sólo era una charla de amigas. Tal vez.
— Claro que así será bebé — el inconfundible sonido de dos bocas deshaciéndose de un cálido beso arrasa en mis oídos — Tengo a Calle y a su familia comiendo de mi mano. Estoy segura de que en cualquier momento hasta me pide matrimonio.
— Asegúrate de que no pida la separación de bienes porque sino, todo este trabajo habría sido en vano.
¿Alguna vez alguien ha tenido la impresión de morir en vida? Pues yo estaba presenciando ésa dolorosa sensación y aun así, me negaba a aceptar que una persona con quien he compartido dos años de relación, dos años de vida y amor sea tan malvada.
— Mi amor, Calle nunca lo haría. Ya te dije que ama ciegamente.
No tenía la fuerza de voluntad para enfrentar lo que podría haber al otro lado de la puerta, sin embargo, algo me impulsa a seguir hacia delante y encontrarme a quien había considerado la mujer de mi vida en una romántica escena sexual con otra mujer que, recuerdo haber visto alguna vez. Vagamente, pero recuerdo que una vez nos vimos en una tienda y dijeron que habían sido compañeras en la universidad.
Se estaban besando apasionadamente. La escena era tan chocante que el sonido de mi teléfono fue lo que decidió por mí. Ambas miran hacia mí.
— Calle — dice sorprendida apartando a la mujer que tenía encima — mi amor.
¿Había razón para tanto cinismo a pesar de haber sido descubierta? ¿era yo la única que sentía que las palabras "mi amor" ya perdían sentido en su totalidad ante tal escena?
Me muerdo el labio inferior y pese a las lágrimas que bajaban por mis mejillas, sonrío.
— Así que yo...solo fui un plan para ti.
— Calle, mi vida...— se levanta de la cama rodeándose con la sábana y dejando a su pareja completamente desnuda. Era demasiado para mí ver todo eso. Abandono la habitación y ella corre detrás de mí — ...todo tiene una explicación.
Ya estaba pisando las escaleras con fuerzas bajo mis tacones. El cabreo estaba invadiendo cada parte de mí. Ella me coge del brazo. Me detengo antes de que alguna pudiera salir lastimada físicamente. Aunque, en este momento no me importaba en absoluto rodar por las escaleras, estoy segura de que los golpes serían menos dolor de lo que estaba sintiendo ahora.
—¿Explicación? No hay nada que justifique esto, ¿qué piensas decir? ¿Qué todo este tiempo me has sido infiel? ¿que me has visto la cara de imbécil? No me interesa escucharte.
— Te juro que nada de eso es serio. Yo te amo a ti, mi amor.
Mi pregunta es reiterativa. ¿Seguía habiendo alguna razón para tanto cinismo?
Unos segundos de silencio invaden la enorme casa. Aun estando enfadada trataba de que mis próximas palabras no fueran ofensivas. Ni siquiera en este momento podía olvidar mis malditos modales.
— Quiero que te largues de mi casa. Si es el dinero lo que te importaba, puedes estar tranquila, ordenaré que transfieran una gran suma de dinero a tu cuenta, pero a cambio, desaparecerás de mi vida.
— Calle — llama siguiéndome nuevamente por las escaleras. Sigo mi camino y salgo de casa, a ella parecía darle igual la forma en que iba mientras me seguía hasta el exterior. Subo en mi auto y le pongo los seguros a las puertas — Calle ¡Escúchame! — añade golpeando ambas manos en el cristal.
Arranco el el motor y salgo del lugar. Las lágrimas descienden por mis mejillas. El dolor me estaba asfixiando. Creer todo lo que estaba pasando costaba. Dolía y mataba.
¿Qué había fallado? ¿cómo había sido tan buena mintiéndome? ¿a caso mis palabras de amor no le habían bastado? ¿no le había bastado todo lo que había hecho por ella? ¿cómo me ha podido ver la cara tanto tiempo?
Las llantas del coche chillan con el frenazo que le doy. Me quedo quieta, mirando el mar que tenía justo en frente. La malvada idea de adentrarme en él y nunca salir hasta ahogarme atraviesa mi mente. Mis ganas de hacerlo luchaban a toda fuerza contra el lado razonable. Este lado que me recordaba que habían otros seres a quienes causaría daño. Este lado que me recordaba que la vida podía seguir y que había personas que seguían luchando habiendo pasado por momentos aún más peores.
Respiro hondo y cierro los ojos. Las lágrimas siguen descendiendo. Abro la puerta del auto y bajo. Camino hacia la orilla. El viento acaricia mi rostro con mucha calma. Cierro los ojos y levanto el rostro. El día era demasiado hermoso.
Mi puño difícilmente cerrado me recuerda que aún sostengo la caja negra de terciopelo. La miro por unos segundos y miro la inmensa masa de agua que tengo en frente. Haciendo uso de mis impulsos, lanzo la caja lo más lejos que podía.
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SOBER
RomanceDaniela Calle siempre ha estado abierta al amor aun habiendo sido engañada por la mujer con quien había compartido dos largos años de su vida. Siempre había tenido el control de su vida y pensaba tenerlo hasta el final. Es una mujer que, pese a ser...