CAPÍTULO 3 ( Love )

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Están sentados en una sala sin paz.

La tensión latente de sus expresiones, de sus corazones, de sus propias razones, son emitidas con fiereza y sin piedad. Se miran entre ellos o bueno, casi todos lo hacen, todos menos los involucrados. JiMin está mirando al suelo totalmente nervioso, como si fuese un niño al que han castigado por haber cometido su peor fechoría y JungKook... JungKook sólo lo mira a él, como si nadie más existiese, como si el rubiecito abarcase toda su atención y cuidados. Quiere abrazarlo, besarlo, acurrucarlo entre sus brazos para protegerlo de las profundas miradas que hoy caen sobre ellos, pero no puede.

Hay un muro de inseguridad que los envuelve.

Todos se sienten culpables. Culpables porque la noche anterior escucharon a dos niños rotos llorar hasta quedarse dormidos, culpables porque ninguno fue capaz de acercarse a abrazarlos, a protegerlos, a amarlos. Culpables porque dos de ellos salieron de esa casa desorientados y tres se quedaron sin hacer nada, culpables por no haberse dado cuenta antes del inmenso amor que ellos emitían.

Y es que JiMin y JungKook siempre fueron así.

Andaban demasiado juntos, hacían cualquier cosa uno al lado del otro, se conectaban incluso con la mirada. La historia fue tan común como cualquier otra, pero sobrepasó unos límites que nadie se hubiese atrevido a cruzar jamás. JiMin molestaba a JungKook y él no lo aceptaba, luego cuando JiMin se alejó, JungKook se dio cuenta de que casi lo perdió y estuvieron juntos. La historia hubiese resultado bien incluso así, hubiese tenido un final común y regular.

Pero eso no pasó.

De un momento a otro, JungKook parecía orbitar alrededor de JiMin como si fuese el único ser que existía. Dicen por ahí que las fans le pusieron el apodo de Satélite Jeon, pero solo dicen. Jamás ninguno de ellos lo confirmó, es más, ninguno de ellos si quiera lo notó. Sólo pensaron que el pequeño del grupo, el bebé tal como ellos aún creían que era, era muy dependiente de JiMin debido al afecto que no sólo él necesitaba, si no todos también. Y como JiMin estaba siempre dispuesto a dar un amor que incluso a él le faltaba, normalizaron los abrazos por la espalda, las sutiles caricias, las grandes manos de JungKook en la pequeña cintura de JiMin, los besos en la orejita y las miradas de amor.

Miradas de puro y verdadero amor que no entendieron.

Que maltrataron la noche anterior al darles la espalda a dos niños que solo estaban amándose tal como uno de sus álbumes decía, que estaban haciendo sonar su historia, su voz, su identidad, tal como Kim NamJoon alguna vez había dicho en un discurso en una conferencia de la ONU. Aquellos pobres cervatillos heridos que ahora están con miedo y dolor delante de ellos y que no son capaces si quiera de levantar la mirada, se habían amado incontables veces y el resto jamás, jamás pudo retenerlos y posiblemente, jamás lo harían.

—Jeon JungKook —habla NamJoon con aquella misma voz con la que les había hablado para despertarlos. Indescifrable—, Park JiMin... mírennos.

A JungKook le late el corazón con fuerza. Con el amor inocente que siente, se acerca aún más a JiMin quién aún no es capaz de levantar la mirada, pone sus largos dedos en su barbilla y con delicadeza levanta el rostro del hyung que tanto ama. JiMin lo mira herido y JungKook tiene miedo, miedo a que como siempre lo evite y lo suelte.

Porque siempre había sido así.

Ante las cámaras y los ojos de miles de personas, JiMin era el que perseguía, tocaba y daba caricias a JungKook, pero en realidad lo hacía por el adorado fanservice que las fans tanto amaban, aunque si debía confesar la verdad, usaba aquel bendito fanservice para poder acercarse al hombre que le robaba los suspiros y darle el afecto que quería.

ɪꜰ ᴏᴜʀ ʟᴏᴠᴇ ɪꜱ ᴡʀᴏɴɢ ➳ [ ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora