Capítulo 10

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Aún podía oler la sangre en el filo de su espada; no sabía que matar al rey sería algo tan gratificante; pero ya había sido demasiado, ya había soportado por demasiado tiempo sus insultos, sus maltratos y sus decisiones irracionales.  No le había prestado atención en todo ese tiempo ya que no le importaba lo que le pasará a él, pero haberse metido con Inamori, eso ya era otra cosa.

El haber llegado hasta su habitación en medio de la noche sin que nadie lo notará era un gran mérito, no levantó ninguna sospecha, era muy conveniente que su alcoba estuviera en la misma dirección que la del difunto rey, por lo que nadie sospecharía que marchará rumbo a ese lugar.  Recordaba con claridad la mirada aterrada y desconcertada que le regaló cuando sintió, en pleno sueño, que la vida se iba a manos de quien menos espero una traición.  Era más probable que esa chiquilla con la que esa noche compartía cama intentará asfixiarlo con la almohada a que él hiciera ese movimiento rastrero y cobarde: atacar a un hombre desarmado en la cama cuando duerme.

- Este es tu fin maldito desgraciado. - dijo en voz lo suficientemente alta para despertarlo.

- ¿Pero qué...? - la imagen de ese hombre que siempre pensó era leal alzando un arma blanca frente a su rostro no tenía cabida en su cabeza, pensaba que seguía soñando hasta que el filo de su espada comenzó a abrirse camino sobre su piel.

- Maldito... tu...

- Ya no vas a lastimar a nadie más con tu forma torcida de ser... Lo que le hiciste a ella no te lo perdonaré... - esta enfermo por la venganza, no le importaba ver el rostro lloroso del rey y mucho menos le sorprendía los vanos intentos que hacía por quitar el arma de su cuello, comenzaba a asfixiarse con la sangre que brotaba de la herida.

- ¿Por ella tu...? - estiró la mano sosteniendo la manga de su saco, mismo que en ese preciso momento se manchó de sangre, el intruso chasqueo la lengua, saber que la sangre de un bastardo malnacido había manchado sus ropas le daba asco, de tal manera que no resistió más y arrancó de tajo la espada de su cuerpo, provocando que la cabeza se desprendiera desde su base.

No fue hasta el día siguiente pasadas las nueve de la mañana que se descubrió el siniestro, el rey había sido atacado dentro del castillo; enseguida la guardia real comenzó a moverse, intentando encontrar alguna explicación lógica a esa tragedia, la reina no se había sentido bien de salud y tuvieron que esperar algunos días para poder dar santa sepultura al rey era necesario que nadie supiera de su deceso hasta que la reina pudiera tomar el frente del país.

- Fue horrible, dicen que no hubo rastro de que alguien entrara...

- ¿Entonces fue alguien del castillo? Que horror...

- Este lugar ya no es seguro para trabajar, si alguien mata tan fácilmente desde el centro del castillo, con todos esos guardias y demás, no es de sorprender que la gente común aparezca desmembrada cada mañana. - las visitas al lugar y algunos trabajadores estaban alarmados por lo ocurrido, de tal manera que deseaban correr lo más pronto del lugar, pero si lo hacían en ese momento sería acusados de traición y probablemente serían decapitados por creerlos los culpables de aquello.

- Es extraño, ¿No lo crees?

- ¿Qué?

- Pues que no haya pasado nada en todos estos años, fue solo hasta que el príncipe Vladimir regresó con todas esas personas del otro lado del mar... - comenzaron a analizar las posibles causas.

- ¿Estás pensando lo mismo que yo?

No se hicieron esperar, los guardias habían dado con el culpable o mejor dicho culpables, pues era bien sabido que a pesar de su edad y su corpulencia, el rey era excelente espadachín y aún dormido podría haber eliminado a un intruso, pero si el ataque había sido conjunto, no tendría oportunidad.

Sin escapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora