Capítulo II.

48 8 5
                                    

— ¿Y tienes novio? —Pregunta Brandon luego de haberme acomodado para dormir. Yo abro mis ojos y gracias que no me está mirando.

—No... —Mentí.

—Yo sí tengo novia.

—Lo sé, Vane me dijo.

—Ah.

—Me siento mal...

— ¿Por qué?

—Acabo de serle infiel. Dije que no sería infiel... Y no me gusta mentirle...

—Mm... ¿Entonces por qué lo hiciste?

—No lo sé...

—Mm... Bueno... —Hubo un silencio muy incómodo así que le di la espalda.

[...]

Ni si quiera supe cuándo me dormí pero, siento que no he descansado nada. Vane está tocando la puerta preguntando si aún seguimos cogiendo y ninguno de los dos reponde. Solo nos acomodamos y volvemos a cerrar los ojos.

—Brandon... —Llama Barco a la puerta.

— ¿Qué..? —Contesta Brandon medio despierto.

—Nos vamos...

— ¿A dónde? 

—A la casa...

— ¿Qué hora es?

—Las cinco de la mañana. —Brandon suspira y se levanta de la cama, coloca sus zapatos y abre la puerta. Escucho que habla con Barco pero no logro entender qué dicen.

Me levanto y salgo de la habitació, la casa está a oscuras pero la pequeña luz de la luna entra por la ventana y se puede ver un poco la sala. Brandon está tirado en la colchoneta y me hace señas confundido. Me acerco a él.

— ¿Qué pasa?

— No sé... —Hablamos en susurros. —Barco dijo que Vane se puso ridícula y nos vamos...

—Ahh... —Mi estómago suena. — ¿Quieres pan con mantequilla?

—Sí, tengo hambre, por favor.

Me levanté a preparar unos panes tostados con mantequilla en el tosti-pan mientras Barco y Vane hablaban en el cuarto que se encuentra en medio de los otros dos. Me siento en una silla a esperar y Brandon se queda acostado mirándo a todas partes, aburrido.

Le entrego sus panes y empiezo a comer los míos, pero se me ha pasado el hambre. ¿Por qué? No sé, pero antes de hacerlos me provocaban. Intento comerlos a la fuerza pero ya no puedo más.

— ¿Quieres pan? —Él asiente y se oye un grito desde la habitación.

— ¡Yo sí! —Barco sale y le entrego una mitad a Barco y una a Brandon. —No se vale, ya tú tienes los tuyos.

— ¿Y? Ella me iba a dar sus panes a mí, no a ti. Saliste premiado, más bien.

Vane sale y se recuesta al portal de la habitación. Barco le hacerca un trozo de pan y ella lo rechaza. Se despiden y se van.

— ¿Qué pasó? —Musité.

—Les dije que se fueran. 

— ¿Por?

—Necesito hablar contigo. —Dice entrando a la habitación. Voy detrás de ella y me recuesto en la cama. Vane ha encendido la luz del cuarto y ahora está inspeccionando la cama.

— ¿Qué necesitas hablar?

— ¿Qué tal te fue? —Me mira pícaramente. De verdad pensé que era algo importante.

¿Amigos con derecho? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora