Capítulo 1

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Clara.

Abro los ojos de golpe encontrando me con el techo oscuro de mi habitación. Tengo la respiración agitada y el aire invernal no ayuda, siento como lástima mis fosas nasales con cada respiración superficial. Sudor frío recorre mi frente y mi cuello.

¿Que pasó?

Hay un silencio sepulcral en la casa... Creo que eso es lo que me extraña más. Me incorporo contra el cabezal de la cama, siento como si me hubiesen aplastado con un camión, me limpio la frente con el dorso de la mano y alcanzó el celular con la misma.

03:54 a.m  Martes 11, junio.

Suspiro. Feliz cumpleaños. Samy.

Me levanto de la cama y el frío al instante me penetra hasta los huesos, amo esa sensación... Pero prefiero no enfermarme así que me cambio con mi ropa deportiva, usual a estas horas, me ato el pelo y terminó de ajustarme las zapatillas.

Me gustaría ir al baño pero tendría que enfrentar me a unos ojos marrones obscuro juzgando me, prefiero evitar el auto con padecimiento hací que hagarro mi celular los auriculares y salgo intentando hacer el menor ruido posible.

Esta todo obscuro, pero mis pies recorren el camino sin que les preste atención con total precisión, esquivando los tablones de madera que chillán al pisar o las botellas tiradas.

Hace mucho que deje de pedir permiso para salir, las circunstancias crearon a una adolescente con sobre restricción y una habilidad para violar todas y cada una de esas prohibiciones. De igual manera ahora el castigo es peor.

Saco las llaves del llavero y abro la puerta de adelante, curioso hace menos frío que adentro. No me lo pienso y empiezo a correr y aunque mis músculos me piden que paré no voy a para hasta que esté llorando por el dulce dolor, de alguna forma hay que llorar.

La música y el dolor me hacen el favor de evitar que piense, que piense en todo lo que perdí, que piense toda la mierda de gente en el mundo, que piense en lo dulce que sería la venganza...

Paró. Voy corriendo como... La verdad no se, muchas cuadras, me apoyo en las rodillas... Suspiro... Y vuelvo a correr.

Puedo ver el cartel de la parada de colectivo y se que me faltan seis cuadras más hasta "Victor's gym" el mejor gimnasio en el mundo... Según el cartel.

No hago mucho ejercicio, creo que sólo voy ahí por Víctor un viejo triste con más concejos que experiencia... Igual el viejo rata me hace pagar la matrícula del gimnasio, por esa razón entrenó para no gastar mi deprimente sueldo por nada. Encuentro ese gimnasio como un refugio... Otro mundo, donde no me tengo que preocupar por Quien soy o por todo lo me pasa, sólo por cuantos abdominales hago o por si Víctor tomo de más.

Suspiró. Últimamente está pasando demasiado seguido.

Cuando entro el aire caliente me golpea y el olor a transpiración. Asquerosamente me da más felicidad este olor que el de mi propia casa. Busco con la mirada a Víctor y lo encuentro hablando con "uno de sus chicos" se llama Carl y lo que tiene de músculos le falta de talento.

-Hola Víctor, Carl -asintiendo saludo a ambos.

Los ojos de Víctor se iluminan un poco y hace que me duela algo que está roto. Según lo que me contó este Víctor nunca tuvo hijos y tuvo que aguantar las infidelidades de la mujer a la que amaba sólo para que no lo dejara, un hombre con un inicio de vida difícil y con un final todavía peor... Espero que no, aunque no creo que se lo diga es el padre que perdí.

-Clara, nena ¿Como andas? - la esperanza en su voz para que diga "bien" pero de verdad es muy obvia.

Nunca le conté nada mío pero creo que siempre lo supo.

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