"El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo ya. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quien y qué, en medio del infierno, no es infierno. Y hacerlo durar, y darle espacio."Reflexión de Marco Polo en su conversación con Kublai Kan, en Las ciudades invisibles, de Ítalo Calvino.
Mareena
Antes pensaba que los cambios climáticos y mis emociones estaban relacionadas, cuando estaba feliz el sol salia y cuando algo malo pasaba y está triste u enojada llovía. Más tarde entendí que las cosas malas pasan en cualquier momento, no sólo cuando cuando llueve. Bueno claramente también aprendí que llueve cuando el agua se evapora y sube y después se condensa y la gravedad hace lo suyo cuando ya las nubes están muy pesadas pero bueno, no le quería sacar el dramatismo a mi reflexión.
Volviendo al tema. A lo largo de los años vamos experimentando muchas cosas. No cosas, pensamientos. Nuestros pensamientos evolucionan cada que pensamos o reflexionamos profundamente.
Antes pensaba que el Diablo era el malo, hasta que me di cuenta de quien condena.
Antes pensaba que si le pedías un deseo a una estrella se cumplía, hasta que me rendí porque nada había cambiado.
Antes pensaba que había vida después de la muerte, hasta que me paré cara a cara con ella y me di cuenta de que no había nada.
Aunque en mi vida aya esperanza y superación, no me hago ilusiones de nada, la vida da muchas vueltas y uno tiene que ir con conciencia de que en algún momento la vida te va a golpear.
Hay que ser felices pero precavidos. Ciegos, pero de un solo ojo. Fiarse de lo gratis pero entender que nada lo es realmente. También enojarse pero después no arrepentirnos.
Estoy recitando eso último una y otra vez. ¿Por qué? Digamos que la persona que me obligo ir al grupo de apoyó no podía venir a buscarme así que tenía que volver a casa sola. Bien, ese no es el problema. El problema es que mientras volvía, paranoica, a la casa de mi abuela, se largo a llover, como claramente lo anunciaba el día. Pero él verdadera problema -tengo que dejar de decir problema -es que era una lluvia torrencial, el viento que se había levantado ahora era el doble de fuerte, tanto que sentía que me empujaba y la lluvia parecía que tenía la fuerza de una cascada sobre mi cabeza.
Tenía frío, mucho frío. Las gotas de agua me recorrían causando que mis escalofríos no pararan.
Faltan tres cuadras.
Estaba trotando porque si corría me iva a resbalar con las baldosas. No se veía nada a más de tres metros, pero cuando iva a cursar a la otra vereda era imposible no distinguir el color rojo del semáforo. Cuando iva por mitad de la calle un fuerte ruido de motor se escuchó, quise ver de dónde venía pero cuando iva a avanzar una moto a toda velocidad, prácticamente, me roza. La moto no paró.
Fue horrible. No saber que hay pero que te pase tan cerca tuyo, tanto que sintieras como te roza. No le dije nada, tal vez por el pánico que me dio que no me halla dado cuenta de que se acercaba ya que la lluvia caía tan fuerte que no se escuchó nada hasta que lo tuve a lado mío.
Me estoy desesperando.
A la mierda. Corrí las últimas dos cuadras por el miedo de que me pase algo.
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De TodoImagínese a dos personas rotas: Una que piensa que lo peor ya pasó, piensa que sus sonrisas son sinceras, una que tiene sueños y la esperanza de cumplirlos. Otra que piensa que un vidrio roto puede seguir rompiéndose, que las sonrisas perdieron el...