Parte I; Bienvenida a casa, Cloe.

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Cuatro días, tres noches. La oferta sería mucho más bonita si le estuvieran ofreciendo un viaje todo pago, o simplemente unas noches fuera de casa en una villa cercana a la cuidad. Cuatro días sonaba como media semana sin tener una vida normal, y tres noches le sonaba a que el insomnio lo terminaría matando dentro de poco. Mirara por donde lo mirara, Guillermo no encontraba ni una sola cosa a su favor.

Lana y Luzu estaban en casa, eran mediados de Noviembre y la joven pareja de padres estaba deseando viajar unos días a España para traer a la familia del muchacho a L.A. para navidad. Según lo que habían planeado estos dos viajarían la semana siguiente junto con la bebé para que ella también pudiera conocer lo que sería el país de su padre, pero las cosas no habían resultado así. Willy no estaba completamente seguro de cuál había sido el error entre los tramites de la pequeña, realmente había dejado de prestar atención cuando Luzu formuló la pregunta "¿Podrían cuidarla solo unos días?". El punto, o el dilema de los presentes, era que la niña de solo un año no podría viajar con sus padres, y obviamente necesitaban un buen lugar donde dejarla.

Lana había sido la de la idea. Es decir, ella no tenía ningún problema en dejarla con Samuel y Guillermo, más que todo porque el primero de los dos era un amor con la pequeñita desde que había nacido. Y aunque Luzu se rehusó en un principio replicando que podrían dejarla con algún otro amigo o él quedarse con la niña y que Lana viajara sola, la rubia había terminado ganando cada una de las batallas diplomáticas por el bienestar de su hija.

— ¿Entonces... les parece bien? —Preguntó la muchacha con una sonrisa de oreja a oreja mientras la pequeña dilema jugaba con una bolita de goma que tenía entre las manos.

Esto era como estar entre la espada y la pared.

— Sí. —¡No! Era obvio que la respuesta debía ser negativa. No era como si odiara a la pequeña niña, pero había algo llamado privacidad y eso de seguro ya no lo tendría cuando ella llegara a casa.

A Guillermo le encantaba el departamento, y su relación, tal y como estaba. Y en ese contrato no iba ningún niño incluido. A duras penas había aguantado a su hermana cuando era más niña.

— Si Guille no tiene ningún problema, yo tampoco... —Bonita gracia hacía Samuel al únicamente hablar en tanto tiempo para esto. Si las miradas mataran, buah.

— ¡Entonces ya está hecho! Solo serán unos días, lo prometemos. Y si necesitan algo, o ocurre alguna cosa podrán llamarnos, estaremos en el celular las veinticuatro horas del día.

Y así era como la semana del veinticuatro al veintiocho había quedado arruinada para el joven gamer.

Lo que quedaba de esa semana se pasó como un rayo, ni siquiera se había dado cuenta que nuevamente era lunes, y no cualquiera lunes; era lunes veinticuatro de Noviembre. En la mañana Guillermo había estado hablando con Alexby como todos los días mientras Samuel arreglaba la casa como un loco. El mayor de la pareja estaba desde las cinco de la mañana despierto corriendo de un lado a otro; ordenaba, guardaba y finalmente parecía colocar un par de cosas que hasta el momento Willy ni se había tomado la molestia de ver. El menor sabía bien que día era, solo que no quería pensar en ello, no estaba nada emocionado por el acontecimiento.

— ¿Entonces cuidarán a Cloe por unos días?  —Preguntó Alex con una sonrisa completa casi al tiempo de llevar una nueva papa frita a su boca.

— Ni me lo recuerdes... —Masculló el contrario logrando en su mejor amigo una risa estruendosa— No es que no quiera a la niña, ¿pero yo cuidándola? ¿a quién le pasa eso por la cabeza?

— Al parecer... a Lana. —Contestó aun más divertido el bajito aplaudiendo sin poder contener la risa— Anda, no es una mala idea, aprenderás el significado de la palabra responsabilidad.

Cuatro días, tres noches. { Wigetta }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora