CAPÍTULO UNO

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En la mañana del 13 de Junio del 2025, el ranking promedio de espectadores del canal de noticias nacionales se elevó hasta el cielo

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En la mañana del 13 de Junio del 2025, el ranking promedio de espectadores del canal de noticias nacionales se elevó hasta el cielo. Las estadísticas marcaron un aumento del 200% en comparación al mes anterior y es que, se sabía, desde hace varios días antes, que pronto llegaría el Presidente de la República vecina.

Una ceremonia nacional se organizó con el fin de validar un contrato entre ambas Repúblicas, el cual, si bien no decretaba la unión de ambos países, sí establecía la paz absoluta entere las dos naciones. Se permitiría el libre tránsito entre una y otra y se acordaría un nuevo tratado de comercialización parecido al TLC.

El presidente del Sur le había hecho llegar una copia exacta del documento a su compatriota y seis días después, recibió un afirmativo.

Como todo se había hecho público, las personas estaban más que ansiosas. A todos les venía muy bien que se abrieran las barreras y pudieran cruzar de un país a otro. Había quienes se mordían las uñas frente al televisor a la espera de ver ambas firmas en las hojas para comenzar a preparar maletas y cruzar al otro lado con la esperanza de poder reunirse, por fin, con los familiares que se habían quedado atrapados en el Norte. Las lágrimas se acumulaban en los ojos y, silenciosas, comenzaban a bajar hasta los mentones. Los años de espera habían desaparecido como humo esa mañana.

A las diez con cincuenta, se hizo oficial. Las firmas estaban en el tratado. Y a las dos de la tarde, las carreteras fueron abiertas.

Las noticias transmitieron en vivo en todo momento. Desde que el avión del representante del Norte aterrizó en el Sur, hasta que las aduanas comenzaron a recibir gente de ambas partes. Era impresionante ver la cantidad de personas que transitaban en coche o hacían inmensas filas para abordar el tren. El país del Sur jamás se había visto tan abarrotado de gente.

La transmisión terminó alrededor de las dos cuarenta de la tarde con imágenes de cientos de rostros bañados en lágrimas y miles de cuerpos abrazados a otros cuerpos. Había sido un final feliz. O bien, un comienzo con demasiados cambios.

— Cariño, si no vas a despegar los ojos de ese televisor, ¿al menos podrías ponerte los anteojos?

Seokjin volteó hacia la cocina, viendo por sobre sus anchos hombros. Su madre, Kim Sunhee, tenía en las manos un bol y una cuchara de madera con la que le daba vueltas constantes a una mezcla. Se cubría un bonito vestido floreado con un delantal blanco de encaje que había comprado hace unos meses y llevaba el cabello en una coleta alta para evitar que cualquier hebra cayera en lo que preparaba. Seokjin pensó que era la primera vez que la veía con una mueca de angustia en los labios mientras estaba en la cocina. Sabía perfecto que su madre amaba cocinar y siempre que lo hacía, era imposible no verla sonriendo. A excepción de ese día.

La observó un momento más antes de sonreírle y tomar el control del televisor para apagarlo. Pudo haberlo hecho con la mano, estaba tan solo a unos metros de distancia. Sin embargo, el control seguía estando más cerca que estirar el brazo. Apretó un botón y el sonido e imagen se redujeron a una pantalla en negro. Dejó el mando de nuevo sobre la mesa de centro en la que estaba sentado antes de ponerse en pie.

LUCES NEGRAS      ;      BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora