CAPÍTULO DOS

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La casa de Jeon era un poco más pequeña que la de Seokjin

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La casa de Jeon era un poco más pequeña que la de Seokjin. Tenía una fachada tradicional coreana con un jardín delantero que la Señora Jeon cuidaba muchísimo. Había una fuente con forma de cascada a un lado de un árbol de cerezo y un sendero de piedras que llevaba a la puerta principal, donde Seokjin se detuvo a tocar el timbre.

Lo más llamativo no era la casa en sí, sino el que hubiesen alrededor unas siete casas más iguales a esa. Quizá un poco más pequeñas pero hechas de manera similar. Aquello se debía a que los Jeon eran dueños de una pequeña villa que habían heredado de sus ancestros. Ahí rentaban los cuartos a estudiantes, o bien, a quien quisiera pagar alquiler por una casa completa. El lugar era acojedor, tenía buena pinta y era administrado por los Jeon, una familia humilde y de corazón bondadoso.

Seokjin escuchó desde el exterior el sonido del timbre que se expandía en el interior. Seguido de eso, la voz conocida de su compañero de canto acercándose a la puerta, mientras gritaba "Voy".

El de cabello negro se alborotó los mechones del flequillo, ya que, comenzaba a molestarle los ojos. Luego, sacudió un poco el cabello de la parte trasera de su cabeza que había crecido hasta sus hombros. Seokjin consideró la idea de un corte, pues ya tenía el cabello bastante largo.

Mientras jugaba con las hebras azabache, la puerta de madera enfrente suyo se abrió. Del interior se asomó Jeongguk con el cabello marrón medio alborotado, una camiseta negra varias tallas más grande y unos pantalones flojos deportivos también negros. El dueño de casa le sonrió invitándolo a pasar.

Así pues, ambos jóvenes caminaron a través del pasillo del recibidor, una vez que Jeon hubiese cerrado la puerta. Jeongguk iba delante de Seokjin, no guiándolo necesariamente, Seokjin ya conocía bien esa casa. Solo caminaban así por costumbre.

Cruzaron la sala y Seokjin pudo ver al padre de Jeongguk, el Señor Jeon Chunghee, leyendo el periódico de ese día. Lo saludó brevemente con una reverencia que el hombre mayor respondió con una sonrisa amable y un movimiento de mano.

Kim vio en la portada del periódico una foto de los dos Presidentes tomada por la mañana en la rueda de prensa. El Mandatario del Sur sonreía, claramente complacido con el tratado, mientras le daba la mano al otro hombre. Seokjin pensó que, quizás, su Presidente había deseado llegar a ese acuerdo de paz desde hacía mucho. Sin embargo, al reparar en el otro rostro, su estómago se encogió. A diferencia de la sonrisa feliz del primero, el Gobernante del Norte tenía una sonrisa dura y fingida. Se lo veía apretando tanto los labios que las arrugas alrededor de sus ojos se acentuaron haciéndole parecer terrorífico.

Todavía en las mismas posiciones, Jeongguk adelante y Seokjin atrás, pasaron frente a la cocina. Ahí se hallaba la mamá de Jeon escuchando una canción viejita en una radio de baterías, mientras dejaba caer agua en la cafetera.

— Señora Jeon, buenas tardes. —Ponunció Kim.

La mujer despegó la vista del agua caliente y miró a Seokjin sonriendo.

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⏰ Última actualización: Jul 10, 2019 ⏰

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