capitulo 4

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–No te morirás, no en mis manos lo juro

–Ok-susurro cansada.

–Miguel busca agua caliente y algunos paños.

–¿Me ves cara de tu sirvienta?

–¡MUEVETE!–lo apunto con el arma

–Ya voy, no te alteres– se fue literalmente corriendo

Nathaly

–Te pondré pañitos de agua tibia no sé si eso funcione, pero mi hermanita solía ponérmelos cuando tenía fiebre entonces supongo que sirve de algo–me empezó a desabotonar la camisa

–¿QUE HACES?–lo empuje sintiéndome asustada

–No te asustes, no te hare nada solo es para colocarte paños en la cabeza y en el pecho

–¿Cómo puedo confiar en ti?

–CALLATE ME ESTRESAS-me rompió la camisa y me la quito a la fuerza

–ERES UNA BESTIA–dije con rabia

–Esa chama las tiene operadas de seguro– exclamo el tal Miguel al verme desnuda

–Dile que no me mire–sentí pena.

–Estas en brasier no te está viendo nada–puso un pañito sobre mi pecho y sobre mi frente.

–Tengo frio–susurre

–No puedo cubrirte la fiebre subiría aún más ¿hay más paños? Esta chama tiene la fiebre como en cuarenta y si no bajamos la fiebre rápido se nos pone fea la cosa puede convulsionar

–No, solo esos dos pequeños–esta vez hablo Miguel

–No me llamo chama, mi nombre es Nathaly mediocre–le dije molesta.

–No me interesa conocerte-susurro el muy grosero del que me estaba poniendo los pañitos

–Idiota.

–Gracias–suspiro–Oye, te quitare la venda de los ojos necesito más paños

–Haz lo que te de la puta gana, total nada de lo que digo te interesa–susurre cansada

–bueno–me quito la venda y nuevamente tenia puesto el pasamontaña

–Así piensas que puedo denunciarte si ni siquiera se quien coño eres–rode los ojos

–Dudo que puedas olvidar mis ojos y mi sonrisa–sonrió–Son únicas.

–Eres un presumido–susurre mirándolo como una idiota.

–Sh calla–metió la venda en agua y me la puso en el abdomen claramente tuvo que tocarme ahí con sus manos.

–ahí no me toques–dije riéndome y erizándome.

–JAJA ni con ese coñazo en el coco dejas de ser caliente vale–sonrie

–¿Caliente?–me enoje–No seas idiota solo me da risa

–Es jugando–se quitó la camisa–Esta es mejor para colocarla completa sobre tu pecho.

–¿Qué haces?–mire su pecho

–Intento bajarte la fiebre ¿acaso eres ciega? ¿O tienes atraso?

–Perdón pues vale–susurre mirándolo del ombligo hacia abajo

–Ya creo que no tienes fiebre–sonrió

–¿Por qué lo dices? Me siento mareada–lo mire

–Pero eso no te evita mirarme como lo haces.

Secuestrada (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora