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La muerte atizaba golpes a un tronco; pues la frustración no le dejaba de consumir por dentro.
Un muchacho caprichoso de mentalidad inmadura, así era el Dios del inframundo, que lamentable.
Estaba en aquel jardín gigantesco, a un campo de caza tenía parentesco.
Se hallaba cerca de la casa de la ojiVerde, iría a visitarle, y así, poder verle.

-¿Planea estar aquí más tiempo de lo debido Mi señor?-

Los Demonios a su servicio solo querían saber; el por que del enojo de su amo.

-¡Marchaos! No os necesito aquí-

Sin duda un maleducado, que se haría pues; la servidumbre buscaría un momento más adecuado.

Una bruma negra apareció, se fueron junto con ella, y solo quedó allí aquel joven de negro; dejando reposar a su acha un momento, en el mismo troco se sentó a meditar. Claro, su cuervo aún así no le dejó de hablar.

-Joven, no fue muy correcto-

Fue interrumpido.

-¿Crees que no lo he de saber ya? Os he mencionado que solo quiero liberarme y ya-

Bufó por lo alto.
Si bien era una divinidad, tenía personalidad de un simple terrano, eso decían, y era acertado.

(...)

-¿Qué hace aquí Cazador?-

La chica cuestionó con un claro brillo en sus ojos.
Había llegado al lugar, tras escuchar largos quejidos y gritos.
Un sobresalto se ocasionó en el contrario, provocando su caída del asiento, una situación no muy favorable para impresionar a la muchacha del senblante estrafalario.

-Solo corto leña, Señorita-

Un rubor notable apareció en el blanquecino rostro del ojiCafé. Pero la Dama no se extrañó ni lo más mínimo.

-Más me parece que estabais vageando. Usted y su ave-

Rió un poco, cubriendo la mitad inferior de su rostro de porcelana con un abanico de tela, con bordado de flores rojas que hacían juego con las de su bestido de seda blanca.

-¿Él? Siempre está así, no hay diferencia alguna Señorita-

También soltó un risilla.

-Digame Emma, por favor-

Como es costumbre, levantó una de las puntas de su vestido, cruzó las piernas, he hizo una reverencia ante el aparente mayor.
Solía hacerlo al igual que la muchedumbre, su madre le dio este código de "etiqueta" para quedar mejor en las fiestas del agazajado Gobernador del lugar.

-Hec caído, en que mi nombre aún no es de su saber. Es Ray-

Imitó el acto de su contraria, tomando su mano para besarla.
Esto no era más que un truco, pues otro hechizo había estado practicando, y no dejaría escapar esta oportunidad para que el amor de aquella doncella fuera suyo y de nadie más.

Un brillo rojo en sus ojos aparecieron, en los de la joven me refiero.
Dejó caer su avanico como ramillete. Solo un beso sería necesario y la chica no volvería a ser más de ese Albino millonario.

-¡Oye! ¡Antena!-

Se oyó un alarido de entre los alpes.
La Chica se reincorporó.

-¡Es mi hermano!-

Se emocionó.

Recogió su accesorio y se dispuso a marcharse, claro, sin antes depositar un beso en alguna de las mejillas y sin más alejarse.

El chico se tocó la mejilla nervioso. Si bien solo fue por cortesía, sentía que su "vitalidad" le era extraída. Y no podía evitar llegar a pensar en algo morboso.
Se dio una golpiza mental de tan solo imaginarlo. Como era posible, él mismo o alguien debía de castigarlo.

[...]

Ya de vuelta, la joven llegó a su hogar. Subir la montaña no era reto para ella, puesto que era costumbre desde su niñez.
Divisó a su hermano mayor por la ventana, y como es ella, sin más le fue a abrazar.
Este no era muy cariñoso, sin embargo, le hacía feliz ver a su hermana otra vez.

-Debías haber enviado una carta-

Soltó un puchero.
Es muy cierto que la chica debía ser correcta, reservada y hasta dócil y sumisa ante su madre. Pero con Yuugo, podía soltar la emoción que siempre traía dentro.

Pasaron a su hogar y con tazas de té empezaron a conversar.
El joven mayor, le había traído mil y un regalos a su menor, pues al ser de una estatura social muy alta, esos lujos se podían dar.
Espejos de plata y oro podría gozar.

El potencial alcohólico siempre estaba a gusto con la de hebras naranjas, se llevaban tan bien que llegaba a dar algo de terror. En cualquier modo, podían gozar a sus anchas.

-He oído que te casarás con ese indeseable Blanquesino-

Refunfuñó tomando una galleta en sus manos.

-No es tan malo-

Se hacían burbujas en su té, no podía evitar sonrojarse un poco. Pudo llegar a ver algo más que el dinero y los caprichos en su prometido.

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Hasta aquí el capítulo, sorry 'cause está muy corto.

Umita is gone for now.

🎋┇ᴘᴏʀǫᴜᴇ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ ᴀᴄᴇᴄʜᴀ🔸fαиfι¢ YNN🔸|ᴮᵞ: ᵘᵐⁱᵗᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora