Millionaires //HS// A Short Story By FuckxxHazz

One💸

     Para Tami ya era normal verme esta forma, habían pasado solo cuatro meses desde que llegué a su casa; otra persona ya me hubiera echado de su casa pero creo que mi padre supo muy bien dónde dejarme.

Honestamente, no sé qué habría pensado él cuando vio la oportunidad de dejarme aquí o qué habría pensado ella en dicho momento.

Sigo considerando que fue mala idea, esta no era vida para ella, no era justo; pero yo era tan egoísta que podía ignorarlo.

—Debes parar de hacer esto —ella siempre me decía lo mismo—. Puedo ayudarte a cambiar, pero no puedo si no quieres. 

La sentí llevar su fina mano de mi espalda a mi cabello muy suavemente, poco a poco bajando y subiendo, disfruté de su toque. Abracé el inodoro con la cabeza puesta en la taza del mismo mientras cerraba los ojos.

Me gustaba sentir que me tocaba, me encantaba. 

Me limpié los labios con el dorso de mi mano, antes de suspirar, luego me moví hasta su cuerpo y dejé mi cabeza sobre su hombro, tomándome el atrevimiento de tocar sus piernas descubiertas, ella se dejó y me reí un poco porque me gustaba mucho como se sentía su mano sobre mi cuerpo.

Me gustaba que se sentara a mi lado con sus piernas rozando las mías hasta que terminara de vomitar lo que sea que haya comido.

Su aroma, la suavidad de sus caricias, su pausado respirar, eran pequeñas cosas que amaba de ella, y a veces, sentía que ella sabía que me encantaba.

—Mañana tu padre vendrá y te encontrará hecho un desastre.  Espero que puedas levantarte mañana —ella recordó y sentí la vibración de su hablar contra mi oreja.

Tomé su mano cuando sentí que esta dejó mi nuca, la llevé a donde estaba antes y la escuché reír un poco, me sentí estúpido por unos momentos pero el pensamiento fue disipado cuando me di cuenta de que olvidaría esto mañana. 

—Muy bien, niño. Mañana será un día largo para ti, no queremos que tu padre crea que no te cuido lo suficientemente bien —ella me separó de su cuerpo e intento levantarse pero no la dejé, la tomé de los muslos. 

La miré con una sonrisa en mi rostro, veía su rostro distorsionado, ni siquiera estaba viendo con claridad, estaba muy drogado.

—Ése maldito puede pensar lo que quiera, Tami —balbuceé.

—No digas groserías, —ella advirtió.

—Maldita sea contigo y tu regla de las malditas groserías, son necesarias para mi Tami, y lo sabes —le dije tratando de parecer serio—. Una oración sin una palabrota por delante sería una oración incompleta, es como... Como un té sin azúcar, insípido.

La escuché reír y amé su risa.

—Qué babosadas dices, —ella me respondió entre risas—. Mejor ven, ya pareces estar mejor, vamos a la cama.

Me tomó de un brazo para ayudarme a pararme, una vez de pie pasé mi brazo por sus hombros y en silencio me llevó desde su habitación a la mía que estaba al otro lado del pasillo de la parte de arriba de la casa.

Durante el corto trayecto me deleité con el cítrico aroma de su perfume, ella también era como un droga para mi, una que ni con todo el dinero del mundo podría tener.