Australian Average { a.i & l.h }

Get Home

Narra Calum:

Está bien, os pondré en situación:

Llevo en Australia desde que tengo uso de razón. Mis padres se separaron cuando apenas tenía cinco años, y ahora vivo con mi padre y su nueva novia. Sinceramente, espero que esta dure mucho más que la otra. No pido que estén toda la vida, pero al menos que me de tiempo a deshacer la maleta.

Ya hace casi una semana que se fueron de viaje, supuestamente ambos necesitaban ''desconectar''. ¿Desconectar de qué? ¿De mi? El caso es que dejar una casa completamente sola a un adolescente, no es lo mejor que podrían haber hecho.

Como era habitual, estaba llevando a casa a una de las chicas que había conocido en una fiesta la noche anterior y que, por un motivo u otro, no había podido llevármela a la cama. Abrí la puerta de un golpe y, antes de poder ir mucho más allá, sale una tía del baño con la boca totalmente manchada de pasta de dientes. Parecía que tenía la rabia o algo. Por lo poco que pudo contarme, era la hija de la ahora novia de mi padre, que venía a pasar las navidades aquí.

 - Genial -pensé en aquel momento. 

Estuvimos hablando un par de horas. Ella llamó a su madre hasta que al final consiguió calmarse. Le dijo que no tardarían demasiado en volver, tal vez un par de días, por lo que no le quedaría más remedio que aguantarme el tiempo que le quedase. Ya lleva más de quince minutos encerrada en el baño, por lo que decido sentarme un poco a ver la tele, hasta que soy consciente del tiempo que ha pasado.

- Dios, con la tontería ya son las nueve -subo los escalones de dos en dos para llegar arriba lo antes posible, y toco la puerta del baño mientras espero una respuesta. - ¿Avril? ¿Va todo bien? -la puerta se abre dejándome ver parte de su cuerpo cubierto por una toalla, totalmente empapado.

- Sólo estaba dándome una ducha, no te preocupes tanto -ella va a su habitación cerrando la puerta tras de ella, dejándome a mi fuera.

- ¿Te apetece algo de cenar? -subo un poco el volumen de mi voz para que la puerta no impida que pueda oirme con claridad pero aún así, no consigo escuchar nada en bastantes segundos. Ella sale de su habitación con el pijama ya puesto, y se dirige directamente a bajar las escaleras. Yo voy detrás de ella y cuando consigo alcanzarla, le toco el hombro para que centre algo de atención en mi. - No me has respondido -ella sonríe y aparta mi mano de su hombro.

- Cualquier cosa estará bien.

Decido por esta vez tener algo de iniciativa. Me acerco a la cocina para sacar un par de cosas del frigorífico mientras que ella se sienta en el sofá, apoyando sus pies sobre la mesa. Después de estar cinco minutos pensando en lo que puedo hacer para que salga bien, me decanto por un par de tortillas francesas. Es lo más básico del mundo, no puede salir nada mal, ¿no?

No he cocinado ni una vez desde que llegué aquí, por lo que tardo un rato en encontrar todo lo que necesito. Empiezo a batir sin dejar de echarle un ojo a Avril de vez en cuando, y noto que ella hace lo mismo conmigo. 

Noto mi brazo algo cansado, así que decido que es la hora de echarlo todo a la sartén. El huevo empieza a hacerse por lo que dejo que se cocine mientras me dirijo al sofá para sentarme al lado de ella.

- ¿Vas a hacer algo después de cenar? -yo me giro hacia ella y cruzo mis piernas para intentar estar algo más cómodo.

- Mi plan era volver a follar con aquella chica después de reponer fuerzas cenando, así que, supongo que no -ambos empezamos a reir hasta que ella empieza a toser. Noto como el aire es mucho más denso que antes a causa del olor a quemado que proviene de la cocina. 

Corro hasta llegar hacia la que hace unos minutos, era nuestra cena y lo aparto del fuego mientras que ella abre un par de ventanas para dejar que el aire corra por toda la casa.

- No sé como sobrevives cada vez que nuestros padres te dejan solo -empiezo a reir mientras aparto el aire de mi cara con la mano y ella me imita haciendo el mismo gesto.

- Tengo un par de amigos que pasan más tiempo aquí, que en sus casas -Avril me mira extrañada sin saber exactamente el por qué del aquel comentario - De hecho, vendrán mañana a ensayar.

- ¿Cómo que a ensayar? -termino de tirar los restos que quedan pegados en la sartén y le lanzo una manzana para que no se acueste con el estómago vacío.

- Tenemos un grupo, ¿no te lo había dicho?