Eran ya varios meses,
en los que la melancolía dormía conmigo.
Pase por tantas noche de tristeza,
que el insomnio se aburrió y se fue a dormir.
En serio llegué a pensar que así sería la vida,
llena de uno que otro momento de alegría,
pero pavimentada en dolor.
Llevaba tanto tiempo así que la tristeza se aburrió,
hasta encontró un hobby para divertirnos juntos.
Había pasado tanto tiempo que hasta la apatía,
salió a buscarme unos amigos...sintió pena de mi.
Un día pasó así como así,
un olor tan común hoy en día,
un olor tan estereotipado,
un olor que es sinónimo de belleza.
Ese olor llegó,
pero fumando un cigarro mentolado.
Se impregno en mi memoria,
Vainilla, caramelo y tabaco.
Poco a poco se le fueron sumando más cosas,
Un día el amor olía a alcohol barato de moras.
Hasta que un día me atreví a probar ese olor.
Ese día descubrí a una persona detrás de ese dolor.
Hoy aquí estoy escribiendo al tiempo una vez más,
rogándole que se detenga un momento,
que tenga piedad, que me de tiempo de pensar.
El sabe todo lo que me ha hecho pasar
y aun así pretende no conocerme.
El me enseño que hasta quien te quiere,
puede engañarte con la tristeza.
Me enseñó también que nadie ama...
nadie ama hasta las ultimas instancias.
Me dijo también que no hay verdad ensimisma.
Pero aquí estoy pidiendo un favor,
que me deje conocerte,
que me deje quererte
y eventualmente amarte.
Me encanta que que te guste oler colores.
Le pido que me de segundos más largos,
porque tu me dijiste que la vida no es así,
y quiero comprobarlo.
No quiero decir que me vas a salvar,
solo quiero decir que me diste ganas...
ganas de buscar un poco más,
de confiar una vez más.
Y he aquí "su pendejo favorito",
hablándole al tiempo y pidiéndole un favor.
Agradeciéndole también por esta linda coincidencia,
que impregnó en mi memoria ese hermoso olor:
Vainilla, caramelo y tabaco