I.

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09:11 p.m

Era viernes, tarde, acababa de cenar un bocadillo y mi mesa se encontraba lleno de papeles por todos los lados. Bocetos, dibujos, pinturas, rotuladores (gordos y finos), borradores...
Mi mejor amiga Amaia me había pedido que le hiciera un dibujo, un dibujo relacionado con la química, donde distintas partículas y moléculas volaran sobre el lienzo. La finalidad de todo esto era ponerlo como cuadro en el futuro piso que íbamos a alquilar en menos de dos meses en Madrid, al ir a estudiar allí en la Universidad.

Vivíamos en Barcelona, capital, ya que nos habíamos mudado ahí en Bachillerato para hacer el de mejor nivel posible, al menos más elevado que el de Sant Climent, pueblo anterior en el cual residiamos con nuestras familias y en el cual yo nací.
Amaia era de Pamplona, y se mudó a mi pueblo a los 5 años, cuando sus padres se separaron, y bajo la suposición de su madre de que no les vendría mal irse a la costa mediterránea, y perdidas en un pueblo de 3.000 escasos habitantes.
Nos conocimos en el parque que se encuentra cerca de mi casa y, desde entonces, hemos sido inseparables, hasta tal punto de mudarnos a Madrid juntas.
Ella vivía por y para la música. Amaia era música. No sólo lo demostraban sus títulos en el Conservatorio Superior de Barcelona ni su voz, sino la forma de componer y sentir cada acorde, y cada nota. Amaia había nacido con la música dentro de ella, y por eso no pude alegrarme más cuando me dijo que eligió el Grado en Música de Madrid.

Yo, Aitana, siempre había sido lo contrario a Amaia. Nunca supe qué era lo que quería o, al menos, nunca supe qué grado en concreto quería estudiar. Al final, me decanté por Diseño Gráfico.

Pintar. Suena tan simple y a la vez tan complejo. Y ha significado tanto para mi a lo largo de mi vida. Todo lo importante yo lo reflejaba pintando, haciendo bocetos, borrando y volviendo a empezar, ...

Entre tantos pensamientos juntos, volví a la realidad y recordé que había quedado con Amaia en tener el dibujo terminado para mañana. Agarré mi móvil y leí lo que ponía en el mensaje que me había mandado, en el cual estaban todas las cosas que me pedía que pusiera en el dibujo.
"Por último, en la parte del medio, un deutón en tonos claros que quede a juego con el fondo".
Fruncí el ceño al leer ese último párrafo, ¿se puede saber qué es un deutón? Miré a la izquierda y me encontré con mi diccionario de Lengua Española y lo cogí con mis manos. Lo abrí y empecé a buscar la ansiada palabra para poder acabar cuanto antes con el boceto de mi mejor amiga.
A medida que bajaba por las páginas del diccionario me iba estresando más, hasta que me detuve en una palabra que no había leído en mi vida... Detonante...

"Detonante, adjetivo/nombre masculino:

[cosa, hecho] Que puede provocar o desencadenar una acción o un proceso."

El instinto, la curiosidad, o ambas cosas, hicieron que subrayara la palabra con el rotulador azul que tenía en la mano y me quedé mirando la definición durante un par de segundos sin ninguna finalidad completa.
Cuando salí de mi trance, por fin encontré la definición que buscaba y continué con el dibujo. Seguramente la definición de deutón se me olvidaría al día siguiente, pero algo me decía que me acordariamuy mucho de lo que era un detonante.

Llévame a casa. | Aitana + Cepeda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora