III.

530 14 0
                                    

El viento entraba por la ventana del coche. El sol se relajaba en cada uno de los cristales.
Yo, ajena a todo, observaba cada metro que avanzábamos, y cada persona, árbol o elemento de la naturaleza que nos encontrábamos a medida que recorría el coche la carretera.

Amaia se encontraba a mi lado, durmiendo. Llevaba así hora y media, aproximadamente. Recuerdo lo exaltada que llegó a mi casa hace un par de horas, con su maleta y su pequeño piano en mano. Ella era consciente de la aventura en la que nos embarcábamos. Pero yo no. Y no sé si quería serlo. Me consideraba una persona fuerte cuando estaba rodeada de los míos, pero estaba claro que podía llegar a ser muy vulnerable en algunas ocasiones y, a veces, el miedo era inevitable.
Mi padre siempre me decía que en los principios era normal tener miedo, era normal estar asustada. Y en cierto sentido me reconfortaban sus palabras, pero no me calmaban del todo. Cambio de ciudad, de sitio de estudios, de amigos; en resumen, de vida. Daba vértigo pensar en ello.
Pero, eso sí, que me diera miedo no significaba que no estuviera preparada. Sentía que había llegado mi momento. Y que si o si tenía que alzar las alas, y volar, volar alto. Y sabía que quien me dejara volar, es que de verdad me quería. Por eso siempre les estaría agradecida a mis padres que no pusieran ninguna pega o queja cuando les dije que había elegido Madrid como destino principal para continuar mi vida, al menos estos próximos cuatro años, como mínimo.

En el teléfono se reproducía una Playlist que había encontrado en Spotify, y en los asientos delanteros del coche iban mi padre, conduciendo, y la madre de Amaia. Llevaban una animada conversación, intercambiando opiniones sobre Madrid, compartiendo anécdotas de cuando nosotras dos éramos pequeñas, y comentando entre risas y alguna lágrima lo mucho que habíamos crecido y lo rápido que pasaba el tiempo.

El tiempo. Que aspecto tan gracioso e irónico en nuestras vidas. Algunas veces va tan a tu favor y otras, por lo contrario, te pone contra las cuerdas.
Era como una moneda, y sus dos caras. Y yo recuerdo que mi abuela siempre le solía decir a mi abuelo: "Cara, sale bien". Astuto pensar que la moneda que ella lanzaba era una trucada, donde sólo había dos caras, y sólo pudieras apostar por algo, por lo bueno.
Esa moneda, que ahora es mía. Cuando murió mi abuela, le prometí que la llevaría siempre conmigo, y siempre pensaría que el tiempo corre a mi favor, aunque el mundo se me viniera encima. Y ahí estaba. Con la moneda metida en el bolsillo del bolso, deseando que Madrid me recibiera con muchas sorpresas. Buenas y malas también. Pero, lo más importante, que de lo malo también se pudiera sacar algo bueno.

No sé en qué momento exacto ocurrió, pero mis ojos se fueron cerrando poco a poco, y acabé dormida mientras en mis oídos sonaba "Just The Way You Are" de Bruno Mars.
Me desperté al notar el toque de un nudillo en mi pierna derecha y, nada más abrir los ojos, me encontré a mi padre con una sonrisa mirándome fijamente.

— Buenos días, bella durmiente. —comentó con suavidad, a la vez que soltaba una pequeña carcajada. Observé detenidamente a mi derecha y pude comprobar que Amaia también se había despertado hacía relativamente poco.

— Papá, sabes que yo siempre he sido más de Mulán. —susurré mientras un pequeño bostezo salía de mis labios. Paré la música de Spotify y guardé los cascos en el pequeño bolso negro que se encontraba a mi lado apoyado sobre el asiento.

— Bien, ¿y qué te parece si descubres tu nueva China? —me guiñó el ojo, y pude observar como sacaba las llaves del coche para luego salir de este. Acto seguido, giré la cabeza hacia la ventana y me encontré entre edificios altísimos, en medio de una calle larguísima. Mi instinto me hizo abrir la puerta y poner un pie fuera, en la calle. Nada más sentir el oxígeno de Madrid en mis pulmones un escalofrío me recorrió de talones a cabeza. Ya habíamos llegado a Madrid. Ya había llegado a mi nueva casa.

Llévame a casa. | Aitana + Cepeda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora