Yes

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Xiao Dejun admite muchas cosas, el tiempo a solas con su mente le ha hecho darse cuenta de muchas cosas que le apenaba aceptar.

Una de ellas, era que sabía que era un cobarde.

Otra de ellas, era que sabía que lo había perdido y que nunca más lo volvería a tenerlo con él.

Acepta que se ha equivocado, su mente se encarga de hacérselo saber todos los días; al despertar y al no notar a nadie con él, al medio día mientras está en la universidad, en el anochecer mientras está completamente solo, y a mitad de la noche en forma de pesadillas que lo despiertan.

Lo sabe, también sabe que él siempre está en sus pensamientos, gobernando en su mundo, y simplemente es un esclavo de él y no le molestaría para nada serlo, pero, ya no podía, ya no era digno ni de siquiera poder admirarlo, de poder tener aquella paz que le dio.

Pero era egoísta, y quería conservar aquella paz que él mismo trajo a su vida, recordando sus bellos momentos o simplemente admirandolo bailar.

Esta en otra fiesta, nuevamente lo han sacado de su hogar, pero esta vez no es su mejor amigo, es otro amigo de la facultad.

A comparación de la fiesta pasada, en la fiesta de su amigo Yukhei hay más gente, la casa está llena de jóvenes adultos en busca de los placeres de la vida y de la juventud misma.

Pero él no sabía lo que se encontraría a pesar de ya tener una idea por todas la maravillas de las que Lucas hablaba de sus grandes y explosivas fiestas, sin embargo, él nota a alguien que se lleva toda su atención.

Tiene los ojos en él, porque también tiene la mente en él, no puede dejar de admirarlo, e inconcientemente le agradece al creador por darle una oportunidad de verlo una vez más.

Su ansiedad es domada por él, no importa si él está bailando con alguien más y se esté quemando de celos, se lo merece.

Lo que no merece, es sentir aquella paz que su sola presencia le da.

Yangyang es libre de hacer lo que quisiera, era un ser humano, era solamente propio.

Pero Dejun no era libre, estaba encadenado a sus recuerdos, a su pasado, a depender de alguien ajeno a él, a necesitar de ese alguien que le diga que todo está bien.

Pero nada estuvo bien, desde el principio, todo estaba mal, y aunque ambos quisieron jugar con su destino, Jun siempre fue un ser que veía el vaso medio vacío.

Todo se te devuelve, una vez había escuchado aquello y no estaba más que acuerdo, todo fue su culpa, no existe más, y el karma se encargó de él, haciéndolo prisionero de su dolor.

Cerrando por un momento los ojos, muchos recuerdos pasan por su mente, tal vez sea por el alcohol que ya ha consumido, pero tal vez sea parte de su mente, como siempre, aprovechando de un momento de debilidad.

Recuerda cuando era feliz, aunque viviendo bajo las sombras de todos, él era feliz con su pequeño pedacito de cielo a su lado, quien reía de lo que veía en la televisión, estaba el atardecer pintado, las nubes lo demostraban, pinceladas suaves de colores un poco oscuros conjugados con claros, el amanecer inverso.

Él estaba entre sus brazos, lo sentía tan real, su aroma lo sentía tan real, su cabello que chocaba con su mejilla lo sentía tan real y su calor que emanaba lo sentía tan real, él podría vivir de sentirlo por siempre, sería su mejor droga.

Recuerda su particular risa, recuerda el brillo de sus ojos, recuerda su voz al hablar algo referente al programa, él no presta atención más que al ser magnífico que se encuentra entre sus brazos, en como sus labios se movían, sus pensamientos estaban en él.

Recuerda sus labios contra los suyos, moviéndose a su único ritmo, lentos pero satisfactorios.

Quiere llorar, siente sus ojos llenos de todo aquel dolor, de todo aquel sufrimiento que él causó, porque no pudo soltar sus miedos.

Vio nuevamente a la lejanía, podía ver ahora a Yangyang tomando tranquilamente con sus amigos, podía verlo sonreír tan relajado, que él solo le apenaba verlo.

Desviando su mirada para ver las palmas de sus manos, niega levemente.

Su pasado lo condena y su presente tiene que vivir con el castigo otorgado, porque sabe cuánto mal hizo, no solo dañandolo a él, si no también a sí mismo, aunque él no lo demostrará.

Porque ya le demostró su dolor por su culpa, un recuerdo muy vivido, el más particular de todos aquellos recuerdos de las lágrimas derramadas en sus manos.

“¡Eres un maldito, Xiao Dejun! ¡Espero y algún día dejes de ser tan egoísta!”

Say Yes To Heaven | xiaoyangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora