Until I Make You Mine - Part II

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Tom Holland, 23 años

Lo único que sé es que mis nervios aumentaban con cada segundo que pasaba, recordándome lo que estaba a punto de pasar.

Traté de distraerme admirando la elegancia del hotel en el que entramos, comentando literalmente cualquier detalle hasta que las puertas del ascensor se cerraron. Sus labios apresaron los míos mientras subíamos al piso indicado, logrando ponerme aún más nervioso.

Anduvimos por los pasillos decorados con finas alfombras rojas hasta dar con la habitación.

—Después de ti.— Comentó Robert con una sonrisa, dejándome pasar primero.

Le dediqué una sonrisa nerviosa y entré, admirando lo elegante y espacioso que era. Más que una habitación de hotel, parecía una suite. Digna del presidente, por lo menos.

—¿Te gusta?

Asentí, girando sobre mí mismo un par de veces y tratando de controlar el temblor en mis manos. ¿Cómo había llegado hasta ese punto? ¿A cuánto más llegaría? —Es increíble.— Dije aclarándome la voz.

—Y eso que no has visto el dormitorio.— Comentó él, posando una mano sobre mi hombro y guiándome hacia una de las elegantes puertas que conectaban con la estancia principal.

Tragué saliva, rogando porque no notase mi nerviosismo. Decidí concentrarme en los detalles del dormitorio, admirando lo grande que era todo. Un gran ventanal, un balcón, una puerta que supuse que sería el baño, un armario blanco, muy espacioso, varios muebles y un espejo. Y por supuesto, la enorme cama que descansaba en medio de la estancia, casi invitándome a probarla.

—No estés nervioso.— Dijo de pronto, cerrando la puerta y andando hasta quedar frente a mí. -No haremos nada que no quieras, no quiero que te sientas forzado.

Asentí mordiéndome el labio inferior. El tema era que sí quería hacer todo lo que él quisiera pero no tenía demasiada experiencia en el área y mis nervios no ayudaban en absoluto.

—¿Está bien si te beso?— Sus manos recorrieron mi cuello, descansando sobre mis mejillas.

—S-sí.— Logré susurrar, incapaz de moverme. Cerré los ojos cuando sus labios volvieron a rozar los míos, acariciándolos suavemente. Era apenas un mero roce pero estaba logrando que mi cuerpo reaccionase.

Mis pies avanzaron lentamente hacia atrás hasta que mi cuerpo chocó contra la suave tela de la cama y me vi obligado a sentarme. Notaba como Robert buscaba algo en mi mirada, cualquier cosa que le indicase que debía detenerse. Y es que yo estaba muriéndome de nervios pero tenía algo muy claro, no quería que se detuviese.

Me recosté sobre el edredón, tratando de controlar el acelerado ritmo de mi respiración. Logré deshacerme de mis zapatos, dejándolos caer al suelo. —No se detenga, por favor.— Jadeé al ver que no se movía de su sitio.

Noté como su mirada se oscurecía, volviéndose hambrienta y necesitada en cuestión de segundos.

Su cuerpo apresó el mío, apretándolo contra el colchón de una manera increíble. Se sentía tan bien, tan natural. No quería que se detuviese, jamás.

Tomé aire, llevando mis manos a su espalda, tomándome el tiempo de acariciarla, aún por encima de la molesta capa de ropa. Cerré los ojos, correspondiendo a cada uno de sus besos, cada vez más ansioso.

No abrí los ojos, temiendo que todo terminara si lo hacía, era casi como si estuviese teniendo el mejor sueño de mi vida pero hubiese el riesgo de despertar en cualquier momento.

Sus labios se deslizaron por mi cuello con lentitud, mordiendo, besando, lamiendo y succionando mi piel. Estaba seguro de que me quedarían varias marcas después de sus acciones, pero no me importaba. Es más, me gustaba la idea de sentir que le pertenecía, durante un par de horas al menos.

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⏰ Última actualización: Jul 15, 2019 ⏰

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