Capitulo 3: Permiteme hacerte feliz...

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Al terminar con aquel cobarde sentí que debía volver a mi apartamento para ordenar toda la información, y así dársela a aquella chica. Escribí todo tal cual me lo dijo, puse las cartas en una carpeta, me puse el anillo, cambie mi ropa y tome otro abrigo.

Gracias a mi velocidad y fuerza en cuestión de una hora tenía todas las maletas con dinero y las escrituras ordenadas en la carpeta; solo faltaba hacer unas llamadas a los socios del tipo para deshacer los tratos y unas cuantas visitas al banco para girar el dinero a la cuanta principal de donde se sacó, que era la cuenta de aquella chica. Termine a eso de las 10 a.m., entonces contrate una limosina y lleve todo a la casa de la chica.

Me hice pasar por la representante legal de su marido otorgándole el divorcio y entregando todo tal cual lo organice, agradecieron y me marche. Llegue al instituto para hablar con el director y pedirle una incapacidad por una semana alegando que no me sentía bien, debido a mis calificaciones perfectas y un registro impecable no dudo en concedérmelo. Salí de la oficina para presentarle el papel a la secretaria y después me dirigí a la salida, de no haber sido por mi agudo olfato y oído me hubiese encontrado a Elisabeth y Adam pero me escondí y solo los observe caminar cerca de donde estaba, Eli parecía muy triste y Adam trataba de subirle el ánimo.

-     Tengo que hacer algo antes de irme – Pensé sintiéndome culpable.

Fui a mi apartamento, empaque mi ropa y llame al aeropuerto para comprar un tiquete a la capital, el vuelo saldría a las 7:00 p.m. lo que me daba tiempo de prepararle algo lindo a Eli.

Siendo una chica alegre, le gustan las cosas ostentosas, románticas y tiernas. Así que me dirigí al centro comercial y le compre 3 vestidos, 2 chaquetas, 5 pantalones, 6 blusas, 4 conjuntos y 7 pares de zapatos.

Contrate un grupo de jóvenes para hacerle una coreografía, compre la comida suficiente para una fiesta y alquile un sistema de sonido con un buen DJ. Al terminar llegue con las compras a la casa de Eli donde estaba su madre siendo acosada por la dueña de la casa para que le pagara, salude y doña Piedad me sonrió cálidamente, esa señora siempre me ha querido mucho, le entregue los paquetes y fui a hablar con la dueña de la casa, le pregunte cuanto le debían y me dijo que dos meses de arriendo, se los cancele junto con el del mes que comenzaba, sonrió y se fue.

Llego un camión con el sistema de sonido y se bajaron los técnicos para preguntarme como lo quería, les di las instrucciones y me acerque a doña Piedad para contarle mi idea y lo mal que me sentía por ser grosera con Eli, aunque estaba un poco confundida acepto ayudarme a organizar la fiesta para su hija, Mientras yo organice la comida, dirigí el sistema de sonido y coordine a los bailarines, doña Piedad fue a invitar a todos los vecinos e hizo muchas llamadas a sus familiares para que estuvieran en la celebración. También llame a un grupo de decoradores para organizar la cuadra y cerramos la calle, pusieron globos, adornos y unos cuantos poster de “Lo siento tanto”. En cuestión de cuatro horas terminamos de organizar todo, ya eran las 5 p.m. en escasos minutos Eli aparecería, así que le pedí a doña Piedad que llamara a Adam y la retuviera un poco más para que llegara antes de las seis explicándole el plan de la sorpresa sin mencionarme. Los bailarines estaban listos y sincronizados con el DJ, pero les pedí que al final del baile le entregaran las bolsas con ropa y escribí una carta que escondí en una. Ya era hora y los invitados estaban presentes, termine de darle las instrucciones a los meseros y pague todo. Me despedí de doña Piedad y le pedí me perdonara por lo que hice, le explique que tendría que irme pero que regresaría y le dijera a Eli lo mucho que  la quería.

-     Mija todo esto debió costarte mucho, no te hubieras molestado –

-     Doña Piedad ni con todo el dinero del mundo podría hacer que Eli me perdone, y tampoco podría volver a verla a los ojos. No se preocupe solo quiero que sonría otra vez, ella se merece ser feliz – Dije, la abrace y salí de allí cuando vi a lo lejos a Elisabeth y Adam entrando.

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