Capítulo 5: El fin de semana ideal...

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Pese a casi no dormir, Sebastián el hijo del embajador, se despertó a las 8:00 am y se retiró a su habitación para cambiarse de ropa y reunirse con su familia. Mientras tanto me quite el vestido y borre el maquillaje de mi rostro, me puse un conjunto elegante y zapatos altos, Al terminar baje para encontrarme con ellos y note que Sebastián no estaba.

Platicamos un poco mientras esperamos, al llegar Sebastián se despidieron y se marcharon al aeropuerto. Subí a mi habitación, me desvestí y tome una relajante ducha, al terminar salí del baño desnuda para buscar mi ropa pero me topé con el joven valet que me esperaba al lado de la puerta, abrió sus ojos por completo y se puso muy colorado. Me quede allí parada viendo su reacción y cruce mis brazos para que viera a otro lado.

- Lo siento mucho señorita Trueblood, no quise irrumpir de esa manera. Solo vine a preguntar ¿Le gustaría bajar y desayunar en el comedor o prefiere que lo traiga aquí? – Dijo volteando el rostro.

- Bajare – Dije poniéndome una bata.

- Estupendo, entonces esperare por usted fuera de la habitación – Iba a la puerta.

- Espera un momento, tengo algo para ti – Tome el regalo y se lo entregue antes de que saliera.

- No se hubiera molestado, no es necesario –

- Acéptalo por favor y límpiate la nariz, esa saliendo un hilo de sangre por ella – Mencione señalando su nariz.

- Muchas gracias – Se tapó la nariz, tomo el regalo y salió.

Me vestí rápido y fuimos al comedor, después estuve en el jardín trasero del hotel leyendo hasta la hora del almuerzo, el valet fue por mí, me llevo de nuevo al comedor y al terminar salí a caminar por la ciudad.

Vague sola sin prestar mucha atención al camino, la tristeza oprimía mi corazón y le daba a mi aspecto un aire de melancolía. Sin darme cuenta ya había anochecido así que regrese al hotel para cumplir con mi cita, me puse algo más elegante y espere a la hora indicada para bajar. El chef me pidió que cocinará con él, estábamos solos y sin embargo preparamos un festín; me enseño muchas cosas, al terminar de cenar destapamos una botella de vino y platicamos como si fuéramos viejos amigos, ya entrada la madrugada me retire a mi habitación y me tire boca arriba en la cama.

- Estoy cansada de estos recuerdos, solo quiero dejar de recordar – Pase un brazo sobre mis ojos y así me quede.

Los 4 días restantes pasaron muy rápido, entre idas al SPA, turnos en el salón de belleza, compras en las boutiques, desayunos en la terraza de la suite, almuerzos con personas importantes y cenas con los diferentes chefs del hotel; había llegado el día lunes, hora de volver a terminar mis clases y enfrentarme con Elisabeth y Adam.

Pague y salí del hotel con una muy sentimental despedida por parte de todos los empleados; al llegar a mi apartamento recibí una llamada de la chica embarazada que ayude hace una semana, me pidió que fuera a su casa pues tenía que discutir un tema con migo. En las cartas que escribí deje mi número por si aparecía algún inconveniente, pero por el problema con Elisabeth decidí apagar el móvil hasta que volviera.

Llegue y me recibió aquella chica, se veía feliz, Entramos a la sala de estar y allí nos esperaban sus padres.

Primero que nada, muchas gracias por arreglar la situación legal de mi hija; no hemos vuelto a saber nada de ese hombre y debido a la situación de mi pequeña suponemos que es mejor así – Dijo el padre estrechando mi mano para después tomar asiento.

- Solo hice mi trabajo, y debido a inconvenientes con personas peligrosas el señor Carlos tuvo que desaparecer no sin antes lograr persuadirlo de devolverles todo – Dije cruzando mis piernas.

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