Capítulo 2

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El día de mi boda se acerca, disfruto cada momento y no veo el momento en el que Marlenne sea solo mía, despertar desnudos después de toda una noche en la que ella me complazca hasta mi último deseo, eso es lo que me espera, además de su suave piel, sus perfumes, aquel color rojizo único en su cabello, todo eso y una eternidad de cualidades más me encantaban de ella.

Niccolò o Nicco como era más llamado por sus allegados, llegaba cada noche, desde aquella época de bailes, a su habitación con la luz tenue de una vela que lo acompaña, se sentaban en su lujosa cama y veía hacia una pequeña mesa que tenía frente a ella y observaba detalladamente aquella máscara con flor blanca que la había dejado ahí, encima de esa delicada mesa, no podía parar de pensar en aquellos labios carnosos, de aquellos achinados ojos color miel, además de una pronunciada mandíbula, Nicco gastaba horas de sueño de sus noches pensando en él, pensando en su prometida, pensaba en el porqué pensaba en él, pensaba en sobre qué le estaba pasando, no entendía nada y de tanto pensar caía dormido.

Lo que más lo carcome es el hecho de pensar en un hombre, él debía de pensar en su amada, y bueno, no era que no lo hacía, pero en ella sólo se concentraba en los perfumes, en los vestidos, en aquello externo que le daba belleza, pero en cambio por Jean, era un deseo de ver sus pectorales, sus piernas, cada músculo contraerse y ser plasmados y tocados con sus delicadas manos, es definitivo, según Nicco, todo acabará cuando lo tenga en un fresco; pero, realmente eso acabaría ahí?

Llega la boda, es de las mejores en años, fue delicada, pensada en cada detalle, siempre somos aquellos que hacemos respetar nuestro lugar.
Lo único que me conmocionó mucho fue el hecho de que Jean no llegó, lo esperaba para darle su máscara y además de admirarlo una vez más, pero no, solo tengo que quedarme con la imagen de aquellos bailes.

El tiempo pasa, rápido llegan unas gemelas a nuestras vidas, pelirrojas iguales que su madre, las amo, son quienes ahora engalanan la familia, y nuevamente el próximo mes vuelve la temporada de bailes de máscaras, y otra vez somos quienes abrimos, la Corte nos eligió.

Llega el baile de inauguración, estoy desde lo alto del salón y veo al glorioso hombre entrar por la puerta, Jean-Jacques, bueno, Batistte, apenas entra veo que busca algo y en eso vuelve ver a lo alto, clava su mirada en mí, me sonríe y toca sus hermosos labios; baja su mirada manteniendo su estúpida y perfecta sonrisa para perderse en la multitud.

Pronto bajo y lo empiezo a buscar, no mujer ya no puede participar de este baile, está cuidando a las niñas además de que las mujeres no pueden participar más hasta que sus hijos o hijas sean partícipes también; entonces por ahora no habrá más que buscarme a otra chica más.

Logro divisar a Batistte, pero es mi momento, recordé cuanto negó mi salida a un bar y ahora soy yo quien tengo que dar a respetar mi apellido y decido pasar por un lado, sin volverlo a ver, y veo como desde lo lejos me mira, me sonríe y yo, simplemente pasé a la par, como si nada, él siente mi indiferencia y rápido me toma del brazo y me sacude mientras me acomoda de espalda a una columna para decirme - ahora él no me conoce, la indiferencia no es de caballeros - me lo dice mientras me sonríe y se acerca mucho, muchísimo, demasiado, esto me altera, que pasa, por qué está tan cerca?

Se acerca tanto que puedo sentir su aliento chocar con el mio, de mi boca no puede salir nada, así que el ríe para acabar el momento, luego me da un beso en la mejilla derecha, ¡wao ese rose! Duró una eternidad, sus labios eran suaves, deseables, calientes, apetecibles, daban ganas que pasarán por todo tu cuerpo, sin dejar ningún lugar por fuera; pero la verdad es que no, no duró una eternidad, no duró ni un segundo, pero al menos para mí fue suficiente para pensar en todo eso.
Espera un momento, ¡¿por qué esto pensando eso de un caballero?!
Él nota mi desequilibrio ante aquel beso, así que me mira a los ojos y me dice - sé que tu tienes algo que es mío, ven, vamos al jardín - me toma de la mano y ese rose fue peor aún, sus delicadas pero fuertes manos, son tersas y duras al mismo tiempo, son grandes y pequeñas al mismo tiempo, él lo tenía todo, era un hombre completo, y yo aquí en plena pubertad; él tiene todo lo que una mujer puede desear para que la envuelva, la apriete y le hagan 500 hijos.

Bajo una máscara - GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora