Prólogo

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El universo, la totalidad del espacio y tiempo. Da igual cuantos siglos pasen, nunca podrá ser explorado al cien por cien, pero el capitán Ethan Lightness ya tenía suficientes planetas con los que comerciar y hacerse rico. Para muchos, él era solo un transportista, le dabas mercancía y se encargaba de llevarla al planeta que le dijeras. Pero para otros, el capitán Ethan era un contrabandista, que aprovechaba sus encargos de transporte para meter otras mercancías, de ese tipo que era mejor que no supieran las autoridades del Imperio Universal.

Alto, musculoso, facciones finas, dueño de varias naves y de una mansión en el planeta Wark donde se encontraban todas sus posesiones. Era un gran partido para cualquier hombre o mujer, pero a él no le interesaba nada eso, le importaba más su propia ambición. Con cada misión que realizaba su reputación crecía, lo que le daba más trabajo, así llegó a ser lo que es, hasta el punto en el que se dirigía al propio planeta capital del Imperio Universal, Zarlec.

-Capitán, no creo que sea una buena idea venir aquí, si nos pillan estaremos acabados para siempre, no habrá vuelta atrás. -Le comentó uno de sus tripulantes.

-No debes preocuparte, si quisieran arrestarnos ya lo habrían hecho hace tiempo, Nel. -Se acercó hasta la barra del bar que tenía en su nave principal y cogió una copa llena de la bebida más famosa de la capital. Extendió la mano para darse a su compañero, al cual no le tenía en gran estima, pero hacía bien su trabajo. Justo en ese momento, la nave dio el último salto y llegaron a Zarlec-. Ahora bebe y disfruta de las maravillosas vistas que tenemos delante.

Nel, el tripulante, cogió la copa y se giró para observar la ventana. Ante él se encontraba el planeta capital, rodeado de un color azul que hechizaba a cualquiera que lo viera. Las estrellas que brillaban intensamente a su alrededor hacían que el planeta se viera aún más maravilloso, hasta que Nel vio como unas pequeñas naves se acercaban hacia ellos.

-¡Lo sabía, capitán! El Imperio Universal está viniendo a por nosotros. -El tripulante se había dado la vuelta de nuevo para mirar a los ojos de Ethan, en su cara solo se podía reflejar el horror de ser capturado.

-Venga, venga. -Le contestó el capitán dándole unos pequeños golpes en el hombro-. Y no son tan ''universales'' como ellos creen, vale que tienen gran poder y control sobre él, pero su influencia no llega a los planetas más alejados de la capital, lo único que ocurre es que el ego del Emperador Zaac es casi tan grande como el mío. -Nel volvió a horrorizarse tras aquellas palabras, no podía imaginar que podrían hacerles si el Imperio escuchaba lo que había dicho el capitán. -Pero no te preocupes, Nel, todo va a salir estupendamente.

-¡Esto es un aviso para el capitán Ethan Lightness! Se requiere su presencia ante el Emperador Zaac. -La voz provenía de la radio de la nave, por lo que Ethan fue hasta ella, tocó un botón y se dispuso a hablar.

-¡Sin problema! Mi tripulación y yo estaremos encantados de ver al glorioso y todopoderoso Emperador Zaac. -Bromeó el capitán, sacando una pequeña sonrisa que nadie vio.

-No, su tripulación se quedará en sus naves, debe venir solo. Inmediatamente, una de nuestras naves se está acoplando a la suya, debe subir.

Ethan no se molestó en contestar, simplemente se alejó de la radio y se dirigió a la puerta de acoplación. Por el caminó le guiñó un ojo a Nel. Al llegar a la puerta, le esperaba un guardia del Imperio Universal. El capitán entró en la pequeña nave y, detrás de él, el guardia que haría de piloto. Ethan echó un vistazo por la ventana y vio cómo se alejaba de todas sus naves de las que tanto presumía.

Casi en seguida, pues aquella pequeña nave iba a una velocidad realmente increíble, aterrizaron en la capital. La zona de aterrizaje era impresionante, tanto la construcción como la limpieza del lugar eran algo que casi no se podía encontrar en ningún otro sitio donde Ethan trabajaba, así que esperaba que con este trabajo del Emperador ganara mucho más dinero de lo habitual. Al bajar del transporte, había más guardias esperándole.

-¡Vaya! Sí que hay seguridad por aquí, se nota que el glorioso Emperador espera con ansías su encargo.

Nadie le respondió, simplemente caminaron hacia adelante. A Ethan no le quedó más remedio que seguirlos, hasta que, por fin, tras cruzar unas grandes puertas, se encontró con Zaac, el Emperador del Imperio Universal.

-Bienvenido seáis, capitán Ethan Lightness, espero que haya tenido un buen viaje hasta aquí.

-¡Por supuesto! El solo hecho de venir aquí hace que el viaje sea magnífico -Extendió los brazos y miró alrededor. Evidentemente al capitán no es que le interesara mucho estar allí, pero nunca está de más darle lo que quiere al Emperador-. ¡Y traigo su mercancía!

-Excelente, espero que no haya mirado su interior, capitán.

-Eso no lo haría jamás, su majestad imperial. -Si fuera cualquier otra persona, Ethan le habría pegado un fuerte puñetazo solo por dudar de su profesionalidad.

-Claro, era de esperar viniendo de un transportista tan reconocido como usted, capitán. -Se acercó lentamente a él.- Y dígame ¿conoce la cloratita de quinta clase? -Ethan, evidentemente lo conocía, al igual que el Emperador sabía que él conocía lo que era: el mayor explosivo que existía en el universo. Zaac hizo una seña, acto seguido los guardias agarraron al capitán y lo llevaron hasta una ventana, donde se veían todas sus naves-. No permito el contrabando en mi universo, capitán Ethan Lightness ¿ha quedado claro?

-Sí, Emperador. No volverá a ocurrir.

-No se preocupe, capitán, yo sé perdonar, pero tampoco puedo ir sin darle un pequeño castigo ¿no?

A los pocos segundos Ethan vio como todas sus naves eran destruidas, junto a toda su tripulación. El cielo de Zarlec se vio inundado por explosiones y fuego. Todo lo que había conseguido Ethan en su vida había desaparecido en un momento.

-Además, -continuó el Emperador-. el planeta Wark donde poseía su casa ha sido destruido. Ya no le queda nada, Ethan, solo la vida, pero eso no se lo voy a arrebatar. Será mandado a las minas para que trabaje para mí, durante todo lo que le queda de vida.

En ese momento, el capitán Ethan Lightness se vio derrumbado, dejó de escuchar y de ver lo que había a su alrededor, solo tenía fuerzas para no ponerse a llorar en medio de la sala. Al poco, lo guardias lo arrastraron hasta una celda, en la que lo dejaron bajo llave.

Outward World - Mundo ExteriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora