3. Los Puntos Ciegos de la Amabilidad

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No digas por favor ni gracias
Hago lo que quiero cuando quiero
Y mi alma, es tan cínica.
Así que eres un tipo duro
Realmente un tipo difícil
Del cual nunca obtengo suficiente
Siempre conteniendo el aliento
Y yo soy el tipo malo
El tipo que pone triste a tu madre
El tipo que vuelve loca a tu novia
Y el que podría seducir a tu padre
Soy el chico malo.

Bad Guy, Billie Eilish




📚





Era la primera vez que devolvía una sonrisa mentirosa hacia un joven que notoriamente estaba burlándose en su cara. Pero al estar bajo el mismo techo que su superior, no podía evitar pensar en que debía mantener primordialmente los buenos modales con la gente que estaba cediéndole una parte de su casa.

Tras haber oído desde el corredor la pequeña plática del par de hermanos, supo que su presencia no era bien recibida por nadie más y nadie menos que el mismo señor Kim. Había presentido con el radar de un profesor experimentado, que el agua en su habitación había sido intencional, y no le hubiese sorprendido tanto el hecho, si la obra hubiese idea de una adolescente como SeulGi; pero al recordar que se trataba ya de un joven de veinticuatro años, recordó también a los cientos de jóvenes malcriados que habían pasado por sus aulas, con una tarjeta de crédito que "papá mantenía para los gastos personales", como le había insinuado cierta vez una chica que quería invitarlo a un 'café' a cambio de una buena nota en su examen final.

El hecho de que el hijo del señor Kim hubiese tocado su puerta y ofrecido ayuda en cualquier momento del día, podía tener sólo dos intenciones; una quizá sería el trato normal que su padre le había inculcado y enseñado desde un principio para con los invitados, y otro era muy lejano y perverso; uno que prefería evitar pensarlo, porque recién se acababan de conocer y presentar. Al menos durante un buen tiempo quería creer que se trataba de una familia tan educada y solidaria como el mismo Kim TaeIn, y no de una gran apariencia, o mejor dicho mera ilusión y reflejo, de lo que admiraba de su superior.

Lo último que podía imaginar de momento eran alcohol, drogas, sexo y rock and roll; pero como en toda familia, siempre había algo de ello, debía estar preparado para cualquiera de las opciones. Aún no conocía a la señora Kim, pero deducía que si el señor TaeIn era las drogas de sus curiosos años hippie, SeulGi el rock and roll de sus sueños de ídola, entonces sólo le quedaban dos opciones... Y por los años del matrimonio Kim, no creía que la señora fuese el sexo, sino el alcohol donde ahogaba sus penas.

Lo que le dejaba en la otra mano, las intenciones más oscuras que habían siempre entre los más jóvenes, en la gran predisposición que JongIn había tenido al decirle que tocase su puerta cuando lo desease.

Y en la osadía de éste al entrar sin aviso alguno al traerle el trapo de piso.

KyungSoo se sobresaltó, estaba guardando ropa en el armario y JongIn le miraba arrepentido con la mano en alto.

—¿Permiso?

—Sí —asintió y notó como éste iba hasta cerca de la ventana a secar el charco en el suelo—. No, por favor deja el trapo ahí, yo luego seco.

—No me cuesta nada. Además fue mi culpa.

—En serio, insisto.

—Bueno —se incorporó con rapidez y encogiéndose de hombros le tendió el trapo—. Limpie usted, se pierde del servicio completo.

—¿Sí? Qué pena —rio con desinterés, agachándose para secar.

—¿Quiere algo más?

La respuesta era que sí, quería que se largase ya mismo de su habitación, pero aún se sentía un intruso, y no podía evitar la incomodidad, ya que de hecho esa era primero: la casa del hijo del señor Kim.

El Encanto del Aprendizaje 📚 (KaiSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora