¿Has pensado alguna vez en la posibilidad de que exista el multiverso? ¿En la idea de que pueda existir un universo paralelo al tuyo? ¿O en la probabilidad de que exista otro "tú" en otra dimensión... pero completamente diferente a ti?
Si hubieras m...
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Me encuentro sentada en una de las sillas de la oficina de mi tío, quien lleva hablando desde hace media hora, tal vez más, sobre lo feliz que está de que por fin haya decidido aceptar su oferta de trabajo. Inicialmente, la había rechazado porque no quería parecer que tenía privilegios por ser sobrina de uno de los dueños de TEMPO.
Su oficina está decorada con fotografías enmarcadas de modelos y celebridades, capturadas en momentos de pura perfección, reflejando el prestigio de la revista. Los ventanales dejan entrar la luz de la mañana, iluminando las paredes blancas de la habitación con un brillo cálido. Él está sentado en una esquina de su escritorio de cristal, haciendo muchas muecas con sus manos para darle énfasis a todo lo que dice. Me doy cuenta de que su cabello, desde la última vez que lo vi, ya está empezando a ponerse canoso. Lo miro con nostalgia, porque al observarlo detenidamente veo a través de él a mi mamá, ya que eran mellizos.
Mientras él continúa hablando sobre lo feliz que está de que por fin haya decidido aceptar su oferta de trabajo, no puedo evitar sentir una punzada de tristeza y cariño. Su parecido con mi madre es tan fuerte que, en momentos como este, es como si ella estuviera aquí, animándome y apoyándome.
—Chiara está muy dolida porque decidiste no quedarte a vivir con nosotros—dice mi tío con una mueca de tristeza, sus ojos reflejando un toque de preocupación mientras cruza los brazos. Coloco la taza de porcelana que tengo en mis manos en la bandeja, estiro mi mano y él, descruzando los brazos, toma la mía. Le sonrío intentando aliviar su inquietud. Chiara, es su esposa y mi tía política, es un amor de persona y como una segunda madre para mí.
—Tío, no quiero ser una molestia. Ya bastante están haciendo ustedes por mí al darme un empleo como fotógrafa en una de las mejores revistas y agencias de modelaje del mundo.
Él suspira y me mira con ternura.
—Eso es lo de menos, nunca serías una molestia y lo sabes. Eres nuestra sobrina favorita-dice con una sonrisa que logra disipar parte de la tensión.
Me río ante su último comentario y respondo:
—Soy tu única sobrina, es obvio que debo ser tu favorita.
Él se encoge de hombros, devolviéndome la sonrisa.
—No está de más siempre recordarlo-. Se queda mirándome por unos segundos. Hay un momento de silencio cómodo entre nosotros, interrumpido solo por el sonido distante del tráfico y el murmullo del personal de la oficina al otro lado de la puerta. Luego agrega: —Cuando te miro a los ojos, es como si la estuviera viendo a ella. Veo su bondad en ti—. Su rostro pierde todo rastro de alegría, y aprieto más su mano, lo cual hace que pose sus ojos, tan idénticos a los míos, en mí.
—Sabes que nadie tuvo la culpa de lo que pasó—le digo, con tristeza también mezclada en mi voz.
—Pero me culpo por ello. Estarían vivos si no hubieran venido a visitarme aquella vez...