Sorpresivo Reencuentro (Parte 2)

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Una vez regresamos a nuestra mesa, en el festivo salón del café, donde la banda en vivo deleita al público presente con su vasto repertorio, mi Luifer, proponer cambiar de ambiente e ir a  una de las discotecas más exclusivas de la Isla en cumplimiento a la exigencia de Kat. 
Es un antro llamado “Pin Mr. Frozzen”, según comenta Daniel, con la certeza de conocer a la perfección el lugar, lo que… ¡Ups! por el gesto huraño contenido de mi amiga, le ha causado mala espina a la pobre, y a mí, para que negarlo, también al comprender que las únicas en territorio extraño somos nosotras. A estos dos, por encima de la ropa se les nota que se sienten como peces en el agua.
Ya de camino, mientras miro parpadear las luces traseras del auto donde van mi amiga y su maridito… ¡Zas! Me entran los nervios, al recordar un detallito que puede terminar arruinándonos la noche. 

- Luif…  — vacilo, él nota el nudo de dedos peleando en mi regazo, y arropándolos con una de sus manos, espera a que siga, y lo hago — ¿Dejan entrar a menores de edad en ese lugar?

Con curiosidad, miro como sus labios, entre el sombrío interior del auto, se curvan durante segundos con esa expresión sínica de ‟yo sé algo que tú no sabes niñita tonta”y por fin me dice.

- Nena, conmigo tú siempre podrás entrar donde quieras. 

- ¿Ah, sí? — soplo, mientras mi mente mentaliza las preguntas que me niego a dejar escapar de mi boca. ¿Por qué? ¿Acaso eres dueño de toda la isla o del mundo entero?

- Sí — susurra, fijando de nuevo su oscura mirada en el camino.

Poco tiempo después, llegamos al antro, en cuyo frente nos esperan ya Kat y Daniel, y tras darles alcance, observo intrigada como los ojos de ella escanean la aparatosa fachada del lugar con desgano, a diferencia de los míos que parecen dos enormes faros. Es como si estuviera viendo una simple bosta en medio de la sabana, y no, una imponente estructura revestida de granito blanco hueso de enormes puertas y ventanas doradas…¡Puro lujo!
Aunque, pasado unos segundos, al notar como su esbelta silueta de Miss, su ropa cara y sus finos modales combinan a la perfección con este lugar, lo comprendo todo: de seguro está acostumbrada a frecuentar sitios iguales o más lujosos.  La única monja de pueblo aquí soy yo.
Tras recomponerme y disimular lo alucinada que estoy, mi amor y yo, tomados de las manos, caminamos junto a nuestros amigos directo a la puerta de entrada donde una pequeña multitud  espera su turno para entrar. Mientras camino, observo a Kat, quien sigue sin verse muy a gusto… ¿Qué le pasará?  pero, su maridito al percatarse también de que algo no anda bien con su mujercita, le da un casto beso en la boca y todo en ella vuelve a ser felicidad.
¡Qué mono es ese, Daniel!
No, no, no… ¡Qué noma es, Kat!
Luifer, descubriendo lo que miro, sin detener nuestra marcha, rodea con uno de sus brazos mi cintura, y pegándome más a su cuerpo, imita el gesto amoroso de su amigo, y como añadido, le da un ligero mordisquito a mi labio inferior que me jeda flipando…. ¡Uao!
Cuando vuelvo a poner los pies en la tierra, soy consciente de que, los otros tortolos, vienen pisándonos los talones y de paso riendo, otra vez, a nuestra costa.
¡Cristo, qué vergüenza!
Mi amor ríe sonrojado… ¡Dios, qué lindo se ve cuando sonríe!y yo… bueno, para que negarlo, también me pongo como un tomate, aunque después, animados por las porras que nos vitorean Kat y Daniel desde atrás ¡Que se besen! ¡Que se besen! saboreamos nuestras bocas de nuevo sin importarnos que medio mundo y ellos nos vean.
¡Qué pilluelos son estos dos!
Ya en la puerta, luego de adelantar de forma descarada a todos los que aguardan su turno para entrar al fulano “Pin Mr. Frozzen”, uno de los custodios; un hombre moreno, de cabello largo hasta los hombros y de contextura de luchador, reconoce a mi risueño amor y al maridito de mi guapa paisana, y tras pronunciar sus apellidos a modo de saludo, le ordena a los otros guardias de seguridad.  

- ¡Fernández y Gossec, déjenlos pasar! — y se hace a un lado para que sigamos nuestro camino.

¡Genial!
Sintiéndonos diosas en vez de simples mortales, Kat y yo, seguimos caminando entre la multitud que hierve por todos lados al ritmo de la atronadora música «Sexy Bitch de Akon ft. Davit Guetta» de la mano de nuestros amos del Universo, como si de verdad estuviéramos entrando al mismísimo olimpo.
Una vez dentro, nos ubicamos en una de las mesas libres en la zona VIP cercana a uno de los extremos de la barra, donde la estruendosa música electrónica retumba unos decibeles menos.
Es sentarnos y Daniel proponer.  

IRREMEDIABLEMENTE ENAMORADOS (Del Odio Al Amor Solo Hay Un Paso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora