Condiciones, besos y más...

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La música sigue sonando, ¿Joropo? ¿Vallenato? ¿Cumbia? ¿Tango? ¿Bachata? ¡Qué más da lo que es! Mi cuerpo, solo responde al ritmo cadencioso de sus caderas. Yo, jamás había hecho nada similar en mi vida, pero, me siento en mi elemento, meneándome, a criterio de mi madre si me viera, como una gata en celo.

¡Me vale! me entrego al momento y sigo bajando, subiendo y curvando mi cuerpo entre sus manos a mi antojo, mientras su respiración en mi cuello, aviva el fuego lujurioso que corroe mis entrañas.

― ¡Ven, salgamos de aquí! — dice Luifer de pronto, tomándome de la mano y arrastrándome a la zona de los reservados.

Mis piernas, temblorosas, lo siguen sin resistirse a su dócil fuerza, aunque, no nos detenemos en las penumbras exclusivas a las que creo nos dirigimos, en vez de eso, seguimos de largo hacia una adyacencia detrás de esta y luego subimos unas escaleras.

¡Dios! ¿En qué lío me estoy metiendo ahora?

Quiero preguntarle a dónde vamos, pero estoy bloqueada, muy, muy, muy bloqueada. Mi cerebro y mi boca están desconectados del todo. No sé qué hacer, ¿parar? ¿Seguir? decido hacer lo último, porque, lo admita o no, en el fondo más libidinoso de mis entrañas, lo dejaría arrastrarme al mismísimo infierno.

¡Estás loca! ¡Loquísima de remate, Elizabeth Marcano!

Sumida en un mutismo absoluto, observo como frente a nosotros, después de haber subido todos los escalones, aparecen dos pasillos en forma de "V" semejantes a los de un centro comercial, pero, estos están ocultos tras un grueso panel de vidrio polarizado, a través del cual, se ve casi en su totalidad el hervor de gente en la planta baja de la discoteca.

Sigo caminando.

¿Nerviosa?... ¡Uff! ¡Hasta las trancas!

No sé con exactitud dónde estoy, y verme de la mano de Luifer me pone más cardíaca. No me creo lo que está pasando: él y yo agarrados de manos y aventurándonos a quien sabe qué, cuando hasta hace poco nos considerábamos enemigos jurados... ¡Qué locura!

Me concentro de nuevo en el lugar. Por la pinta, el sitio donde hemos entrado, es una zona de reservados más exclusiva y privada, todo es silencioso y hay cubículos dispuestos hasta el final de ambos pasillos.

De repente, mis piernas pierden fuerza ante la idea de que los cubículos no sean eso, sino, otra cosa... ¿Habitaciones? ¡Mierda! y segura de eso, siento como mi corazón comienza a bombear a mil por segundo. ¡Santo cielos! si lo que pienso es cierto, entonces... ¡no, no, no, no, y noooooo! me resisto a creer, Luifer, no puede estar pensando lo que creo que está pensando... ¿o sí?

¡Madre mía, sexo a la vista!

Palidezco, parezco la prima perdida de Gasparin. Comienzo a sudar frío y las vísceras a darme vueltas, siento que en cualquier momento caigo al piso convertida en una tortilla, pero, con Dios y su ayuda, logro seguir tambaleándome sobre mis pies hasta detenernos frente a la puerta del sexto cubículo del pasillo a la derecha. ¡Oh Dios Santísimo! la poca cordura que me queda en ese momento, me grita «sal corriendo» y mi lujurioso cuerpo insiste a su vez «sigue, sigue» pero este último, es quien es gana la batalla, por lo que, temblando más que un pedazo de gelatina, me planto frente a la entrada agarrada de su mano y espero los siguientes acontecimientos.

¡Uff!... un repentino bajón me sorprende ¿qué rayos...? Mi vejiga se contrae de forma instintiva en un intento por detener lo que creo es un escape de pis. No estoy segura. Me sonrojo. En ese instante, la mirada penetrante de Luifer me atrapa y sus labios de bordeado perfecto se curvan traviesos, creo que se burla de mí, pero no, el gesto alegre en estos es una franca muestra de su felicidad, sí, felicidad de que yo esté allí y eso me relaja un montón.

IRREMEDIABLEMENTE ENAMORADOS (Del Odio Al Amor Solo Hay Un Paso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora