The Miracle
AU Universo Alterno
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—Ya querida —murmuró Midori con acento maternal, en tanto le acariciaba la cabeza —Deja de llorar, te lo ruego. Se me parte el corazón viéndote así.
Cuando la mucama entró a la habitación para empezar con el aseo acostumbrado, se detuvo estupefacta bajo el marco de la puerta al ver a la joven de copiosa cabellera color miel deshecha en llanto en los brazos de su ama. Al gesto melancólico de ésta, se apresuró a realizar una reverencia y retirarse con las manos vacías volviendo a cerrar la puerta.
Las copiosas lágrimas de Asuna no parecían tener fin, ni responder a la cordura, y Midori ya no sabía que tono de voz usar para hacerla entrar en razón. ¿Darle una bofetada sería una buena opción? En sus años de rebelde, solía funcionar con Kazuto... pero realmente no quería llegar a tales términos con una muchacha a la que le tenía muchísimo aprecio. Y por suerte, no fue necesario. Asuna se contuvo viendo que la dama permanecía en silencio, se limpió las últimas lágrimas con la manga de su vestido y finalmente alzó la cara. Su expresión, de hecho, fue muy impresionante.
Llevaba una hora de llanto interrumpido, y pese a ese tiempo, Midori aún no había dilucidado los detalles, pero conocía demasiado bien a su hijo como para darse cuenta que Kazuto había arruinado todo de alguna manera estúpida. Suspiró.
—Asuna, cariño, tendrás que contármelo todo desde el inicio— su voz adoptó un falso tono severo para evitar una nueva catarata de lágrimas —Pero antes, ve y lávate la cara. Hay agua fresca en la vasija y debajo toallas limpias, cuando te sientas más serena vuelve y hablaremos tranquilamente —vio que la muchacha se mordía el labio inferior y el conocido brillo acuoso resplandecía de nueva cuenta en sus pupilas —Sea lo que sea que haya ocurrido, no voy a regañarte. Debes confiar en mí ¿está bien?
Ante el tono imperativo de la dama, la joven asintió y se alejó a cumplir con el encargo. Varios minutos después apareció con su rostro limpio, pero con los ojos enrojecidos e hinchados. Se había recogido el cabello en ese peinado aburrido que siempre usaba.
—Ahora siéntate ahí y cuéntame todo desde el principio.
Asuna obedeció, se sentó en el sillón junto al lecho que Kazuto tantas veces había ocupado, y apretando las manos sobre las rodillas empezó con la historia.
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Al inicioo, el relato le salió entrecortado, y conforme avanzaba con los detalles, los ojos castaños de la dama se abrían más y más de sorpresa. Cuando la pelirroja acabó de exponer su corazón, la mujer se levantó de su cómodo asiento, besó la frente de la afligida muchacha y luego hizo sonar la campanilla. A los pocos segundos, la mucama de antes hizo su aparición.
—Trae un servicio de té entero, y algunos bollos. ¿Por cierto, Suguha ya se ha despertado?
—Así es, despertó momentos después de que la señorita Asuna llegara.
—Bien, dile que venga —despidió a su empleada y moviéndose hacia las ventanas abrió las cortinas para darle paso a la luz del sol —Querida, ahora que has dejado de llorar. Te vendrá bien una taza de té y comer algo. Tu padre decía que no se pueden tomar decisiones importantes con el estómago vacío... Luego, dejaremos el resto a Sugu...
Ante la mención de su difunto padre, los ojos de Asuna volvieron a escocerle, pero se contuvo rápido. La duda de porqué involucrarían a la hermana menor de Kazuto le hizo olvidar gran parte de su sufrimiento.
