Ser un rey es asombroso, y ser el hijo de un rey lo es aún más, a sus seis años el chupasangre se sentaba junto a su padre en su trono, ya tenía una prometida, y le estaban educando y preparando para en un futuro llevar su reino al buen camino.
Era el mayor de dos hijos de la familia Rosé, la segunda era una pequeña niña que compartía cabellos dorados, cómo él. Era una de las características de su familia cómo linaje de vampiros.
Su hermana no podía heredar el trono al ser la menor, pero eso no impedía que él la tomara de la mano y la llevara siempre con él a sus clases, a los paseos que daban por el pueblo para conocer a su gente, y en sus ratos libres por mero gusto.
La niña tenía cuatro años y jugaba diciendo que se casarían, obviamente solo por el cariño que le tenía a su hermano, sin contar el que la prometida de este chupasangre ya estaba elegida, pertenecía a un reino cercano y era un año mayor que él.
Estaba planificado que su boda fuera la unión de ambos exitosos reinos.