🍁.

54 10 8
                                    

El reino de su familia fué uno de los que cayó por la guerra.

Esa tarde cómo todas las demás su madre servía un plato de galletas para él y su hermana, el rey, su progenitor, estaba en una junta con el consejo.
Fué de un momento a otro que creyeron que el cielo se había nublado, pues en las enormes ventanas de su castillo se notó el repentino pasar de una sombra, ¿Qué era tan grande cómo para cubrir el sol al pasar? Un dragón.

Un enorme dragón que pasó las barreras del territorio del reino de su familia, en su lomo había un soldado, y muchos más iban tras él una vez derrumbó la barrera que notaba el territorio.
Amenazaron a su gente, quemaron hogares con el aliento de fuego, y exigían entrar al castillo.

El ejército demandaba entrar para aniquilar a los "seres malignos" que estaban al cargo.
Su papá llegó a la habitación, por cómo lucía parecía no haber corrido desde la sala de reuniones hasta el sitio dónde el resto de la familia pasaba la tarde.
Los niños no entendían, pero ambos padres sabían de sobra.

Hace tiempo estaban al tanto de las amenazas de guerra y el rotundo comienzo de esta, pero no querían que sus pequeños, al ser aún niños inocentes, supieran de algo así.

Para las siete treinta la mitad del castillo ardía en llamas, la reina había envuelto a sus pequeños en abrigos y colgado mochilas sobre su espalda.
Al pequeño le hizo usar un gorro que se amarraba bajo la barbilla para que su cabello no se viera, y a la niña le amarró el cabello y lo cubrió con un pañuelo bien envuelto en su cabeza.

─ en ningún momento se los deben quitar, ¿me escucharon?

En cuanto ambos hermanos asintieron la madre les ordenó ir con ella al sótano.

─ ¿Y papá?

Preguntó el ex-heredero al trono.
El adulto entró en ese mismo momento a la habitación dónde ahora yacían escondidos. Su padre no dijo nada, señaló a la puerta que conducía a la puerta por dónde su mamá guiaría a ambos al sótano.
Ambos infantes parecieron entender que su amado progenitor no iría con ellos, y cada uno se aferró a la pierna del hombre.

Los vampiros son seres orgullosos por naturaleza, algunas veces incluso prepotenes, y esa no era la excepción, esa familia de cuatro se comportaba así, pero se amaban.
Un último abrazo dió el padre a sus hijos, y apesar de que su reino estaba ardiendo sonrió, les besó las frentes y preguntó al mayor:

─ ¿crees que eres lo suficientemente bueno para cuidar de tu hermana?

El niño se secó las lágrimas y asintió a su papá, tomó la mano de su hermana y corrió tras mamá para seguirla al sótano. Porsupuesto que era lo suficientemente o bueno, ahora tenía que serlo.

La bella mujer de dorados cabellos los tomó de la mano y pudo llevarlos a dónde quería.
Los castillos con siglos de antiguedad contaban con catacumbas bajo los mismos, salidas de escape para la realeza.
Siguieron a la mujer mientras corrían por quizá diez minutos, al final del camino había algunos escalones que entre apuros subieron.

Una puera vieja de madera se abrió y la mujer les ordenó salir, era un establo viejo.

─ Quiero que corran al reino vecino, y no miren atrás. Vé con tu prometida, pide ayuda.

A la menor de los hermanos se le cristalizaron los ojos, y al mayor también, pero el los secó de inmediato.
Se tiraron a abrazar a su progenitora una última vez.
Ella y su padre sabían que si la reina no aparecía la buscarían, y si los niños estaban con ella, tendrían el mismo destino. Los dos reyes debían entregarse.

Para las nueve treinta de la noche su castillo ardía completamente, los pequeños escapaban en el bosque, su pueblo estaba sometido, y los reyes habían sido derrotados.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 18, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

A Bloody Book.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora