Parte I

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Una última revisión ante el espejo me aseguró que estaba listo para lo que se venía, hoy saldríamos con mi padre, el gran Harry Potter, a cenar al mundo muggle, había decidido aprovechar el que mis hermanos y mi madre no estarían en casa para pedirle aquello a mi padre, después de todo hoy era el día decisivo para mí, le revelaría a mi padre el mayor de mis secretos y el mayor de mis temores.

Salí de mi habitación con ojos cerrados tratando de ignorar el cuarto de Lily, aunque no fuese uno de esos días no podía hacerle frente, no cuando una parte de mi deseaba con fuerza que mi pequeño espacio personal se pareciese un poco más al de mi hermana, sobre todo cuando veía su armario con varios vestidos que sin duda sé que me lucirían bastante bien.

Sacudí rápidamente mi cabeza negándome a seguir aquella línea de pensamientos, tenía que mantener mi mente enfocada en explicarle la situación a mi padre para que no me echara de casa, aunque sabía bien que si llegaba a hacerlo tenía un hogar asegurado con los Malfoy.

Era irónico que justamente el hombre que alguna vez fue el mayor bully de mi padre fuese de los primeros en saber la realidad sobre mi identidad de género, claro que eso era culpa de Scorpius y de su falta de control para gritarme cuando se molestaba, pero al final había sucedido y contrario a lo que mi rubio amigo y yo nos esperábamos, Draco simplemente me había dicho que tenía que decírselo a mi padre.

Algo aprendí ese día y fue qué, si para mi es casi imposible poder decirle que no a Scorpius, me es más difícil negarme a una petición cuando él y su padre son los que lo piden, no sé si es porque Draco lo hace ver más atemorizante, pero aprendí que no debo dejar que mi mejor amigo me vuelva a rogar algo si el Malfoy mayor está cerca o será claramente mi perdición.

En cualquier caso, eso no es lo importante, lo que es prioridad en este momento es pensar en las palabras adecuadas para que el salvador del mundo mágico no se muera o le dé un ataque de rabia o similar por el hecho de que su hijo no es tan "masculino" como todo el mundo quisiera creer que lo es por el simple hecho de que es un chico.

Cuando llegué finalmente al primer piso logré notar que mi papá acababa de llegar del ministerio y aunque quise decirle alguna excusa para que la salida se retrasara lo más posible supe al ver sus ojos que esta posiblemente era mi única oportunidad para decirle la verdad sin que James estuviese burlándose de mi o sin mamá y Lily viéndome raro, por lo que me coloqué mi chaqueta y le seguí para que fuésemos al restaurante muggle.

Maldición, Albus Severus Potter ¿Por qué te haces esto? 

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Recuerdo que ese día era la fiesta de cumpleaños de James, había muchos niños y todos rodeaban a mi hermano como si fuese el chico más genial del mundo, pero como era su cumpleaños aquello tenía un poco de lógica por lo que no hice nada más que verles ir y venir por todo el jardín.

Mamá estaba junto con la abuela Molly hablando sobre algún tema de mujeres seguramente, pues poco después la tía Hermione y la tía Fleur fueron con ellas y siguieron debatiendo sobre ese tema o sobre algún otro bastante parecido, no lo sé, no era algo de mi completo interés.

Estaba leyendo un libro muggle que el abuelo Arthur me había regalado un día que llegamos de visita, me había emocionado tanto el leerlo que terminé leyéndolo esa noche sin dormir ni un poco, lo cual agradecí por completo pues me había gustado tanto que me lo sabía de memoria.


-Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos. - Cerré mis ojos un segundo dejando que mi mente volara lejos del lugar donde estaba, un lugar donde fuese libre y no sintiese que tenía que demostrarle algo a alguien

La Mitad Del Tiempo Lo SoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora