No podía creer lo que estaba oyendo. ¿Daniel en la cárcel? Imposible. Intenté frenarlos pero nadie me estaba escuchando. El jaleo de Leila, de Dylan, de Daniel, la policía y los médicos hacía imposible hablar. Quería irme de ahí. A otro lugar, como si ese lugar fuera aquel frío almacén de mis sueños. Sin que me diera cuenta, volvía a estar en él de nuevo. Ahora yo era más mayor y estaba con mis padres, pero no sabía qué hacía ahí. La pareja que decían que eran "mis verdaderos padres" estaban peor que nunca. El hombre tenía una buena cicatriz que atravesaba su frente, y la mujer, un tiro en el hombro derecho. Ambos estaban débiles, impotentes, cansados... y ahí me encontraba yo. No era capaz de decir ni una sola palabra. Solo escuchaba.
– Zac, por favor, solo hasta que las cosas se normalicen.- pidió el hombre.- Después ella podrá cuidarse sola, ¿a que sí, cariño?- se dirigió a mí.
– Haremos lo que podamos. Pero sólo al cumplir su mayoría de edad, ya no será de nuestra familia.- replicó.
– Ahí ya será responsable de ella misma. El proyecto fracasó y Helena es nuestra última esperanza.- susurró dolorida la mujer.- Lily, sé que no te fías de mí, pero confía en mi hija. Ella será algo muy grande.
– No sé qué ganaremos después mi marido y yo.- respondió tajante.
– ¡Lily, por favor!- contestó el marido de ésta.
– ¿Queréis dinero? Os lo aseguro. Ella os lo va a conseguir. Pero tened cuidado, es muy difícil de entender lo que es mi hija. Es... poderosa.- advirtió la mujer.
– Dominic, no te preocupes más. Está controlado.– Lena, ¿me oyes?- preguntó Leila.
– Tía, ¿y Daniel?- me levanté de mi sitio. Estaba en casa ya.- ¡¿Dónde está Daniel?!
– Tranquila... Lena, por favor..
– ¿CÓMO ME VOY A TRANQUILIZAR SI MI HERMANO ESTÁ EN LA CÁRCEL?- ya no veía lo que tenía delante.
– ¡Si me escuchas, sabrás lo que pasa, joder!- me gritó.
– No... esto no está pasando, ¡NO!- estaba enloqueciendo.
– ¡Está aquí, joder!
¿Cómo aquí? Corriendo escaleras abajo a una velocidad increíble (no sé cómo no me he caído) y ahí estaba él, hablando por teléfono en la terraza. El alivio era inexplicable.
– Sé lo que me vas a decir, pero a mí me hace menos gracia que a ti. Así que hazme este favor y al menos intentaré olvidar lo que le has hecho a mi hermana, ¿entendido? Bien, luego me llamas... ¿Lena?
– ¡Danii! No sé como ha pasado todo...- dije llorando- ¿Estás bien...?
– Sí, cariño, lo estoy.- asintió relajado.- Todo irá bien, ¿vale? Siento el numerito que montamos todos, pero ¿por qué no me has dicho nada de Dylan?
No sabía qué decir. Me limité a limpiar mis lágrimas y bajar de nuevo la cabeza. Estaba segura de que esto llegaría a pasar si se lo hubiese contado antes. Justo cuando iba a hablar le llegó un mensaje.
Hey Daniel, ¿adivina quién es la familia de adopción que te enseñé? Es la de los Sharman. Helena no es tu hermana.
– ¿¿¡¡¡¡QUÉ COÑO ES ESTO!!!!!??
– Tranquila... Helena...
No... esto no estaba pasando. ¿Sería que mis sueños eran verdad?POV: Daniel Sharman
Mierda, puto Dylan. Justo ahora tenía que ser. Veía como en cámara lenta cómo Helena se venía abajo en 10 segundos. El mundo estaba yendo cada vez más despacio y yo me limitaba a observar cada momento. Helena. Ella estaba totalmente en shock y me estaba gritando y empujando pero no escuchaba nada. Solo sentía. Vi a su amiga venir e intentar tranquilizarla pero aún así nada. De tal manera que no sabía qué hacer para levantar de nuevo todo lo que se hacía en pedazos. Y me di cuenta de que en el fondo estaba agradecido. Es ser egoísta, muy egoísta de mi parte, pero lo estaba. Ahí vi que estaba enamorado de ella. Me sorprendí conmigo mismo, y fue la manera de hacerme despertar...
–...ES IMPOSIBLE, ¡ME NIEGO A ACEPTARLO!- respondió Helena con furia.
– ¡Tranquilidad, joder! Seguramente habrá alguna explicación a esto, ¿verdad, Daniel?... ¿Daaaaniel?
Veía a Leila hacer un gesto para llamar mi atención, y por fin conseguí hablar, mientras que Helena ya se había relajado un poco.
– Vi un recorte de periódico en el que se nombraba a una familia y estaba con tus papeles, pero no sabía qué era. Le pedí hace unos días a Dylan que buscase algo para ver de qué se trataba y he aquí la respuesta.- relaté enseñando el mensaje de Dylan.
Lo que dije solo sirvió para que Helena reanudase sus sollozos de nuevo, pero ya me harté de tantas mentiras. No soportaba verla así, así que me decidí por acercarme a ella.
– Hey, tranquila mi Lena. Sabes que estoy dispuesto a estar junto a ti pase lo que pase, ¿no?- le aparté un poco el pelo de la cara.
– Entonces, ¿quién soy? Si tú no eres mi familia, ¿QUIÉN ES?- alzó la voz mientras se levantaba de su sitio.- Mis sueños... esa gente.
– ¿Qué gente?- preguntó Leila.
Ella se limitó a dar media vuelta.
– Hey Helena, dinos de quién hablas.
No contestó. Yo no sabía a quién se refería, pero me lo estaba ocultando bien. Fui detrás de ella y la agarré del brazo.
– Sé que no soy el indicado para decir esto pero ¿qué me ocultas?
–... nada. Necesito salir un momento.- murmulló cabizbaja mientras se ponía su abrigo y cogía su móvil.
– ¿Ahora? ¿¡En serio!?- preguntó Leila poniendo sus ojos en blanco.
– Deja que te acompañe.- me ofrecí.
– No, mejor no.- dijo rápidamente mientras tecleaba un número.- Regresaré enseguida.
Y ahí me dejó, con una lucha interna en la que me debatía entre correr tras ella o quedarme de piedra y esperar a que volviera. Elegí la primera.
– No me jodas, ¿a dónde vas tú también?- soltó su amiga a la vez que se acercaba a mí.
– Obviamente, no la voy a dejar sola. Tengo que pararla, no sé a dónde va.- afirmé cogiendo mi móvil y dirigiéndome a la puerta.
– Eh, espera. No vayas. Déjala, seguramente necesitará espacio para procesar mucha información.- dijo frenándome.
– Yo sé lo que va a hacer. Va a ir con Dylan, y no pienso permitirlo.- respondí con firmeza.
– ¿Y? En serio, ¿cómo eres tan pesado con su vida amorosa? Ella es la única que lo decide, no tú.
– La protejo. Helena es mía.
– ¿Cómo que es tuya?- se rió.- Espera, tú...- susurró boquiabierta.
– Cállate.
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Cuando llegue el FRÍO
Teen FictionNo me imaginaba lo que se llegaba a sentir cuando te alcanza la muerte. Sin embargo, siempre hay nuevas experiencias que nos dejan un mal sabor de boca. Hierro o sangre. Y tú, ¿alguna vez lo llegaste a sentir?