Dos soles a medianoche

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Sería bonito que eso fuera posible, ¿verdad? Bueno, eso dicen. 

Poder ver a medianoche, en medio del cielo estrellado, un sol naranja y grande, iluminando el momento más oscuro del día. Sería un espectáculo precioso, ver una estrella gigante en el firmamento, por encima de todas las demás, pero sin dejarlas en segundo plano. Una luz grande, rodeada de pequeñas luciérnagas.

Mucha gente lo querría posible. Querrían que un espectáculo natural de ese calibre puediera ocurrir, para, cada noche de verano, coger una hamaca y ponerse en la calle o en el balcón, esperando a que apareciera el gran astro amarillo para proporcionarles una vista preciosa.

Muchos querrían que eso ocurriera. Y algunos fanáticos serían capaces de dar cualquier cosa para lograrlo.

Pero yo no les entiendo.

No entiendo cómo pueden anhelar algo tan fácil de obtener. No entiendo cómo pueden intentar lograrlo con soles artificiales y formulas científicas si es algo completamente natural. No puedo entender cómo nadie lo ha visto en su vida, si yo tengo dos delante de mí.

Sí, así es.

Porque tú estás delante de mí. Nos damos la mano, me acurruco en tu regazo. Yo te sonrío y tú me devuelves la sonrisa.

Estoy feliz, tú también.

No sé qué ves tú en mis ojos.

Pero, para mí, tus ojos brillan, brillan como dos soles de medianoche.

El Bosque de los Sueños RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora