Te observo alejarte, trazando con tu cuerpo un agujero en la niebla que cubre el parque.
Y el príncipe se fue en busca de su princesa.
Me siento rota. Impotente y tonta. Rota porque mi corazón acaba de despedazarse como una cajita de cristal. Impotente porque no puedo evitar que mis manos se alcen buscándote a ciegas. Y tonta por no evitar que esto pasara.
Ya has desaparecido del todo. No puedo verte, aunque oígo tus pasos alejándose en la lejanía. No quiero seguirte, porque me has hecho daño. Pero mi ser no puede aceptar que te has ido, no todavía. Sigo sintiendo ese pinchazo en mi corazón, pero todavía no soy capaz de entenderlo.
Y el príncipe mató al dragón clavándole la espada en el corazón.
Ya sé que no es nuevo, nada del otro mundo, tanto tú como yo sabíamos que la llama se había ido apagando, pero no tenías por qué engañarme, no tenías por qué decirme que me querías cuando yo me estaba convenciendo de que no era verdad, cuando tú ya sabías que esto iba a pasar. Me diste fuerza, me diste esperanza. Y ahora me la quitas de un tirón. Sin miramientos. Sin ningún sentimiento.
Intento evitarlo, intento mantenerme sentada en el banco donde acabas de destruir mi mundo, pero mis articulaciones no parecen obedecerme. Me encamino detrás de ti, consciente de lo que me voy a encontrar detrás de la niebla. Detrás del dolor. Detrás de las mentiras.
Y entonces la vio.
Y entonces la vi.
El príncipe se quedó maravillado ante la belleza de la princesa que dormitaba en la cama con dosel.
Vi cómo tu cara se convertía en una sonrisa exultante, una sonrisa como la que me regalaste cuando me diste mi primer beso. Tus ojos brillaban de la misma forma que entonces. ¿Qué había cambiado?
Por aquel entonces nunca te creí capaz de hacer algo así. Nunca desconfié de ti, y tú me lo pagaste mintiéndome. Haciéndome daño. ¿Por qué habías cambiado?
El príncipe se acercó a la bella durmiento lentamente, dispuesto a besarla y despertarla para casarse con ella.
Vi cómo te acercabas a ella, cómo la acariciabas como me acariciabas a mí. Vi en sus ojos la misma alegría que yo sentí cuando me encontré entre tus brazos, aquel martes de abril. Vi cómo le susurrabas cosas dulces al oído, seguramente las mismas que mis oídos habían llegado a oír. Seguramente, tu forma de amar no había cambiado. Pero si tu forma de dejar de hacerlo.
Quise irme, quise apartar la vista, irme a mi casa y acurrucarme en el sofá, pero mi cuerpo estaba rígido, no me permitía moverme, y mis ojos me obligaron a contemplar mi peor pesadilla.
El príncipe se inclinó pasa besarla...
Intenté cerrar los párpados, pero no fui capaz. Entonces, deseé que las lágrimas de mis ojos lo emborronaran todo para no poder ver nada, pero nada evitó que viera el final.
...y el príncipe besó a la princesa.
Justo cuando vuestros labios se juntaron fui capaz de girar la cabeza. Me alejé caminando y cuando llegué a casa me senté en la oscuridad.
Nunca pensé que mi cuento de hadas terminara así.
Nunca creí que los príncipes pudieran engañar a las princesas con otras princesas. Que fueran capaces de mentirles para poder estar con las otras.
Nunca ha habido un cuento de hadas así. Esto no debería estar pasando.
Sin embargo, casi podía oír el final del cuento...
La princesa se despertó con una sonrisa. Y, así, la bella durmiente y el príncipe vivieron felices y comieron perdices.
Pero también debía añadir mi propio final.
Y la princesa se alejó andando, para más tarde encerrarse en su castillo, porque el príncipe azul había roto su corazón.
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El Bosque de los Sueños Rotos
Historia CortaAquí es donde os regalamos Sueños Rotos.~ [Por favor leed el ''Antes de leer...'' No se quiere ningún malentendido.]