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Aún mirando el paisaje deshacerse entre la velocidad, mi mente seguía vacilando y preguntándose si había olvidado algo en aquel lugar donde crecí y me convertí en quien soy hoy, sin apartar la vista del ventanal, me concentre en el estruendoso ruido de los rieles, la feroz máquina alimentada por el mismísimo fuego avanzaba con vigor hacia su destino, de nuevo se adormecieron mis párpados y volví a caer rendida.

De nuevo el característico sonido de la locomotora me despertó, avisando así que el viaje había acabado antes que mis expectativas, planeaba volver a pasar por la barra por una bebida, pero como decía madre, no queda tiempo que perder.

Los trenes me parecen elegantes, avanzar entre los bellos y brillantes vagones, observando todas esas personas llenas de vida, imaginando como será de interesante su existencia, como llevarán sus problemas, en que se basa su vida. Sin duda los trenes son como majestuosas bestias alimentadas por el poder, amenazantes y feroces, pero también bellezas con un delicado y fino engranaje, en una palabra, magnífico.

Despues de haber estado en un viaje de 7 horas sin escalas es difícil caminar, tocar el suelo, a sabiendas que este no se moverá, sino que se mantendrá firme bajo los pies. Mi destino yace frente a mis ojos, vaya promesa decepcionante.

Doller Field, un pequeño pueblo a las afueras de un lugar lejano, un lugar perdido, nadie lo busca, o al menos nadie tiene una buena razón para buscarlo, pero heme aquí, al parecer ésta es mi tierra prometida. Para una mujer en nuestros tiempos los estudios son algo innecesario, según se dice por la boca de los hombres; las mujeres no necesitan un título o una carrera, sólo deben cocinar y cuidar su cuerpo, mientras sepa cuidar de un niño estará bien.

Puede que luzca exagerado, pero esas fueron las mismas palabras del director de la Universidad de mi antigua ciudad, cuando le informé sobre mi interés en la medicina, que quería fuese mi profesión se rió en mi cara. Me dijo que no era una jovencita desagradable, añadiendo: ¿Una mujer? ¿Doctora? No sueñe en grande señorita, dígale a su novio que la mantenga con los pies en la tierra. Recuerdo su risa, y la expresión en su rostro, desagradable, horrenda. Estas terribles leyes que nos limitan a ser unas simples esclavas, y todavía hay quien se niega a comprender el hecho de que somos tratadas como inferiores, diciendo algo como: "Ellos están en lo cierto".

Si tan sólo naciésemos en un mundo diferente.

Siendo una mujer una beca en medicina fue imposible, lo único que puedo hacer para estar cerca de mi carrera soñada es degradarme a una simple estudiante de herbologia, creí que en mi tierra natal al menos eso sería posible, pero ninguna Universidad quería a una mujer saliendo de aquí para allá, al parecer eso degrada la imagen de la escuela, a menos que seas una belleza o la hija de alguien importante, ir a uno de esos colegios es una ilusión. Me sorprendió recibir la carta de aceptación de la Academia Hopper, una buena escuela ubicada en un pueblo desierto. Mi madre casi explota de la felicidad, al parecer no creyó en mis esfuerzos, todos esos años quedandome sin pestañas valieron la pena, o al menos lo mejor que se puede. Gracias a mi madre pude obtener el dinero suficiente como para alquilar un pequeño departamento, desde que mis padres se divorciaron ella recibe la mitad de la plata, no es tan malo para dos mujeres sin pareja.

Después de todo Doller es un pueblo realmente diferente al resto. Si lo tuviera que describir dirá vagamente "Un lugar perdido en el tiempo".

Calles casi muertas y cuervos dejando su plumaje a capricho, edificios viejos y bien mantenidos, autos descontinuados aún en funcionamiento, definitivamente Doller es un pueblo fantasma. Aún así es famoso por sus trenes, si, trenes. Reconocido como la vía más concurrida de trenes que viaja por todo el Estado; y debido a su antigüedad histórica y preservación se le considera un pequeño y olvidado patrimonio cultural.

Dear MarionettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora