After the Rain

晴れ

La nueva recluta del Cuerpo de Exploración tenía que aventurarse en otra de las misiones de su división, sus superiores anunciaron que era una situación de extremo riesgo para toda la humanidad dentro de los muros, por lo que debían actuar cuanto antes.—Hey Nagame ¿Escuchaste lo que dijo el comandante? ¿Qué esta pasando?— preguntó Armin con nerviosismo en su rostro ante la incógnita que comenzaba a preocuparlo.—En este punto creo que ya todos lo escucharon; pero yo tampoco sé que sucede— respondió con intranquilidad mientras se colocaba su equipo de maniobras tridimensionales, el ojiazul la miró con una expresión de temor al notar que incluso la situación había logrado tomarla a ella por sorpresa, Nagame trató de tranquilizarlo al palmear su cabeza para que pudiera enfocarse en lo que debía hacer; pero al ver a Eren y a Mikasa acercarse a su posición decidió dejar al pelirrubio en sus manos.

—Concéntrate en regresar para la cena, te veo allá— afirmó antes de alistar por completo todo su equipo, partió hacia el lugar que había ordenado el comandante después de despedirse de sus tres compañeros; pero la voz apática del capitán la detuvo.—Nagame— la pelinegra se dio la vuelta para buscar la pequeña presencia del mayor que la llamaba por su nombre.—¿Me necesita capitán?— preguntó formalmente, el pelinegro la observó sin reacción aparente; dándole a entender que estaba en lo correcto.—Te quiero al frente con nosotros, tenemos que reforzar la zona lo más que se pueda— respondió con seriedad, la pelinegra asintió sin cuestionar las ordenes de su superior; dejando que el mayor avanzara hasta su posición mientras era seguido por la joven recluta.

Nagame caminaba detrás del pelinegro mientras trataba de asimilar que el único sentimiento que debía permanecer en su mente fuera el de querer superar la misión con éxito, no buscaba enorgullecer a muchos, sólo quería regresar a salvo; pero estaba dispuesta a dar todo lo que su cuerpo pudiera soportar para poder honrar a aquellos que se habían ido con el deseo común de ver a la humanidad libre, no era algo que le quitara el sueño, ya que; de la única persona de la que buscaba su aprobación ya se la había dado tiempo atrás, y aun así, quería seguir impresionándolo, sus compañeros miraron la partida de su compañera con preocupación al notar que el rostro de una de los miembros más fuertes de la Tropa de Reclutas No.104 carecía de la seguridad que siempre mostraba ante cualquier situación, les inquietaba que aquella misión fuera más de lo que pudieran controlar.

La pelinegra había terminado su entrenamiento especial con el Capitán Levi, se sentía orgullosa de haber conseguido su respeto gracias a todo el esfuerzo que empeñó junto a él y a Eren para poder cumplir con las expectativas que tenía la mayoría sobre ella, se sentía capaz de todo al tener las enseñanzas de Levi respaldándola; pero su subconsciente seguía advirtiéndole que había algo para lo cual no estaba preparada.—Capitán, ¿Qué esta sucediendo? Escuché que el comandante Erwin catalogó que ésta era una emergencia; pero no dio demasiados detalles...— afirmó intranquila mientras seguía la pequeña figura del pelinegro.—Un titán se acerca con una horda a la cual no podemos ignorar— respondió con el mismo tono inquebrantable que mantenía su voz al hablar.—Pero los titanes siempre están cerca de los muros..no es nada nuevo..—el mayor la interrumpió.—Es el titán bestia— agregó, la joven recluta se quedó sin palabras ante lo que sus oídos estaban escuchando.

¿Planeaban enfrentarse a ese titán?

Sabía que no todo estaba perdido mientras tuvieran a Levi; pero aún así, aquel titán tan desagradable seguía siendo un misterio total, le preocupaba que no fueran capaces de contenerlo una vez más.—¿Estas temblando? Oye mocosa, sabías a lo que te estabas metiendo cuando decidiste quedarte en el Cuerpo de Exploración,— comentó mientras la observaba por encima de su hombro, la pelinegra bajo la mirada con vergüenza al ser descubierta por su superior, negó varías veces al recordar que el mayor tenía esperanzas en ella y sus habilidades por lo que debía actuar acorde a ello.—Lo sé señor, y no me arrepiento, sólo son los nervios— afirmó con seguridad, el mayor no respondió y simplemente suspiró al ver que a pesar de todo el entrenamiento duro que le impusó; no había sido capaz de quitarle el temor que situaciones imprevistas podían causarle.