Fuego.

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Ay Dios.

Fuego era una cosa nueva.

Fuego había caído del cielo una tarde,

mientras todo yo temblaba

de miedo y exitación.

Y Fuego era pequeño,

pero se extendía,

porque Fuego era todo energía.

Y no estaba en mí pararlo.

Fuego destruía a su paso, sí.

Pero las cenizas que dejaba me hacían bien.

Era destrucción para vivir,

era pasión y enojo.

Era todo lo que me faltaba.

Y Fuego no podía hacer otra cosa que atraerme

hacia la fuerza arrolladora que tenía.

Y yo me trataba de alejar,

porque yo soy Tierra.

Tenía miedo de quemarme.

Pero no había más que pasión en mí 

desde que Fuego llegó.

Y todo lo que estaba en mí misma se quemaba

poco a poco.

Yo no puedo hacer más nada.

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