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Oh hermosos ojos azules, puertas del alma, que ahora están apagados, ¿por qué dejaron que se fuera? El alma se ha ido y ustedes están muertos.
¡Oh hermosos ojos azules mírenme otra vez con ese precioso brillo!
¡Oh hermosos ojos azules como zafiros con ese precioso brillo de inocencia y esperanza!
Ojos profundos como el mismo mar, misteriosos como el mismo cielo.
Ojos desconfiados por el temor, llorosos por el dolor, asustados por el miedo, miedo que yo les impuse.
Ojos desorbitados por el delirio, perdidos por el desquicio.
Ojos rogándome que la mate, pidiendo a gritos que la apuñale, que me bañe en su sangre, que contemple cómo se apagan, cómo se aleja el brillo, cómo dejan que se vaya para no regresar.
Ojos que me atormentan y en los cuales intento con todas mis fuerzas no pensar.
