Capítulo 8

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Mikaela

Estoy lista para salir corriendo con mi chica. Sé que tratará de tomar ventaja y la dejaré, no me importa ni un poco. Pero justo a la mitad de la frase siento que algo cambia. Algo no está bien. El ambiente está lleno de esa carga eléctrica y pesada que solo me recuerda a mi emboscada. Antes de darme cuenta Katie ha salido corriendo lejos de mí. Corro tras ella tratando de alcanzarla. Siento que mis pies no son lo suficientemente veloces y antes de darme cuenta algo pesado me golpea la cabeza.

Caigo y ruedo por el suelo hasta detenerme al dar contra un tronco. Siento el dolor punzante en mi costado, como si algo se hubiera roto. Levanto la mirada para enfrentarme a quien sea que me atacó. Frente a mí hay un hombre muy bien cubierto, debo decir que apenas puedo distinguir algunas facciones de él. Antes de poder reaccionar para atacar veo que levanta un arma y me dispara. Me da en el hombro. Logro levantarme y lanzarme contra él, para su sorpresa.

Caemos los dos al suelo, la capucha que lo cubría se cae y puedo ver cómo el sol que se filtra entre los árboles le da en el rostro y este comienza a quemarse. Un Vampiro. Noto el arma detonarse nuevamente y me vuelve a impactar. No duele como un disparo normal, no sé si se debe al ser Vampiro o algo más. Entonces todo toma un poco de sentido cuando comienzo a marearme. Caigo hacia atrás y saco lo que está incrustado en mi hombro, parece un dardo tranquilizante.

El hombre se alza sobre mí. Vuelve a acomodarse la ropa. Mi cuerpo se siente pesado y mis ojos se quieren cerrar. Veo que levanta algún objeto que comienza a hacerse borroso para mí y me da un fuerte golpe en la cabeza. Mi mundo se vuelve negro y solo pido que Katie esté bien.

—Puto cabo suelto. —es lo último que escucho.

Comienzo a despertar lentamente. Espero sentir algún fuerte dolor en mi cabeza o costado, pero no. En su lugar me duele el cuello y las muñecas. Mejor dicho, me escuecen, como si estuviera algo al rojo vivo sobre mi piel. Abro los ojos, pero solo veo una tela blanca y sé que tengo alguna bolsa sobre la cabeza. Trato de mover las manos, pero están sujetas, igual que mis piernas y mi cuello.

Mi cabeza cubierta, manos, pies y cuello atado me lleva de regreso a esa casa en el medio oriente. Mi respiración se acelera y estoy atrapada allí, siendo torturada. Tal vez jamás salí, tal vez solo me he imaginado todo lo demás. Todo era muy perfecto para ser real. El dolor hueco en mi pecho, sin embargo, solo me dice que debo llegar a donde está mi Katie. La rabia estalla en mi interior y me muevo fuertemente.

—Oh, despertaste.

No es la voz de mi torturador en medio oriente, pero también es extranjera, tal vez británico o algún inglés muy antiguo. Remueve el saco de mi cabeza y analizo el entorno. Un hombre delgado y pálido, su cabello negro está peinado hacia atrás con algún producto que lo hace ver brilloso y prolijo. Viste un traje completo de 3 piezas negro.

— ¿Sabes el trabajo que me has dado?

— ¿Qué mierdas quieres de mí?

—Oh, me pagaron por deshacerme de ti. —veo que abre una funda donde tiene varios cuchillos.

—No sabes quién soy... Soy una maldita SEAL, no le temo al dolor. —puedo sentir la rabia mientras hablo entre dientes.

—Soy una persona muy peculiar. Un maestro del engaño. Mi creador pensó que era un buen hombre cuando me convirtió. Claro, no pensó eso cuando lo torturé hasta matarlo. No puedo culparlo, no sabía que me habían atacado luego de matar a varias niñas y mujeres. Él solo creyó que era un pobre hombre atacado.

—Un monstruo caminando inmortalmente. —digo al comprender lo que es.

—Sí. Me pidieron deshacerme de ti cuando eras humana, pero me gusta más crear monstruos que vayan matando. Nuestro Amo eso nos ha enseñado.

Crónicas de Vampiros // La Vampiro de la LobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora