¿Porqué a mi?

23 2 0
                                    

Miwa estaba pidiendo un poco de limosna como siempre.

-Dilculpe señor, ¿podría darme algunas monedas para comer?

El hombre miró a la chica con desprecio y repugnancia.

-¡No te me acerques asquerosa bagabunda!-El señor se apartó aún más de ella sacudiendose su abrigo-No quiero que me ensucies la ropa, apestas. Gente como tu no debería existir.

-Sí lo siento...

Eso fue todo lo que pudo decir la muchacha, quedándose en una esquina llorando con su cara sucia, a veces parecía que se había dado por vencida, su condición de vida no le aseguraba que aguantaría más, ya llevaba días sin comer o beber.

-"Venga secate esas lágrimas y a seguir no puedo morir sin haberlo dado todo"-Eso pensó, se reanimó y se dispuso a caminar por toda la villa mendigando.
Al final del día ya casi anocheciendo, un cocinero de una taberna le lanzó al suelo una pequeña bolsa.

-Toma algunas sobras y lárgate me estás apestando la zona-Dijo el cocinero sacudiendo su mano con gesto de que se marchara-¡Anda lárgate!

Ella ignorando las malas palabras solamente se dispuso a sonreír mientras se levantaba-Gracias señor-Pronunció alegremente mirando dentro de la bolsa a la vez que caminaba de vuelta a casa, dentro se encontraba un mendrugo de pan duro y mordisqueado, pero a ella le daba igual, comida es comida y la necesitaba para sobrevivir.

-Hayy por fin en casa.

Pronunció exhausta, tuvo que caminar mucho para volver a su hogar, que hablando de él era debajo de un puente abandonado a las afueras del pueblo donde nadie ya cruzaba.
Estaba muerta de hambre pero antes de empezar a cenar encendió una pequeña hoguera, aprendió a hacerlo con el tiempo gracias a la necesidad del calor durante los duros inviernos.
De repente oyó a alguien acercándose, eran unos pasos lentos y débiles.
Desde la distancia se disipaba una figura oscura-¿Hay alguien ahí?-Poco a poco la figura se fue acercando cada vez más.
Era una anciana de aspecto muy mayor quien rogaba por algo de comida, la joven se dispuso a ayudarla nada más ver que la otra se cayó al suelo, la levantó y la llevó debajo del puente donde estaba ella.
Miwa cogió un cuenco que tenía llenándolo de agua del río medio seco para ofrecérselo a su invitada.

-¿Se encuentra bien señora?-Preguntó dándole una suave palmada en la espalda-¿Le duele algo?

-No te preocupes demasiado estoy bien me pasa frecuentemente.

La anciana se sentía mal por darle tantos problemas a la joven.

-Siento mucho pedirte esto pero... ¿No tendrás algo de comida para compartir conmigo? Hace días que no pruebo bocado.

La chica estaba en su misma condición pero no se perdonaría a sí misma si no ayudaba a su acompañante. Partió por la mitad el trozo de pan que le habían dado y se lo ofreció gustosamente.

-Tenga se que no es gran cosa pero es lo único que tengo. Dijo mientras le dedicaba una sonrisa.

La anciana extendió la mano con temblor, al tener pocos dientes le fue difícil masticar un pan tan duro, pues lo fue cortando a trocitos con las manos. Después la mayor se dio cuenta de que en el cuello de la chica brillaba algo, estaba un poco tapado por la ropa.

La belleza del interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora